«El hombre es un proyecto y no un producto», aclara el cardenal Martino

ROMA, martes, 19 septiembre 2006 (ZENIT.org).- «La defensa de la vida: una misión para la enseñanza social católica» fue el lema del coloquio de dos días organizado por la «Association Internationale pour l’Enseignement Social Chrétien» (AIESC) y el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz clausurado el 16 de septiembre.

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Al clausurar las sesiones de trabajo, el cardenal Renato R. Martino, presidente del Consejo Pontificio, precisó que en el seminario se debatió la concepción de la persona humana, según la doctrina social de la Iglesia, es decir «el hombre como proyecto y no como un producto».

«Tal concepción marca la diferencia profunda con las tendencias del mundo actual, que con la legalización del aborto y el desarrollo acelerado de las tecnologías de la reproducción reflejan una visión en la que el hijo no es ya considerado un don sino un producto de determinadas técnicas», observó.

En la rueda de prensa final, el purpurado explicó que «el Compendio (de la Doctrina Social de la Iglesia) quiere demostrar que la defensa de la vida en todos sus estadios, desde la concepción hasta su fin natural, es un argumento clave de la doctrina social de la Iglesia, porque defender la vida quiere decir acompañarla en todas sus manifestaciones, en la vida de todos los días, en la vida profesional, en la vida de relación, todo un defender la vida. La Doctrina Social de la Iglesia se concentra en la centralidad de la persona humana y por tanto el servicio a la persona humana es claramente defensa de la vida».

Respecto a la situación demográfica de Europa, el cardenal Martino subrayó «la gravedad del invierno demográfico, el descenso dramático de los nacimientos en todos los países de Europa».

«El siglo XXI tiene necesidad absoluta de una cultura de la vida que se oponga a la cultura de la muerte –afirmó el purpurado–. Además del descenso demográfico, está el número impresionante de abortos en el mundo, que no da señales de disminuir. La eutanasia, además, empieza a ser aplicada incluso a personas que no la piden: esta es verdadera cultura de la muerte. Por esto decimos a los católicos y a todas las personas de buena voluntad que se rebelen a esta cultura de la muerte y propongan la cultura de la vida».

Sobre la doctrina social de la Iglesia, el presidente del dicasterio vaticano subrayó en su intervención en el seminario que el Compendio «se caracteriza por un centro del que todo parte: la persona humana; toda la doctrina social se desarrolla a partir del principio de la intangible dignidad de cada persona humana: es la persona humana el principio, el sujeto y el fin de toda la vida social».

El cardenal Martino subrayó que «frente a una malentendida laicidad, según la cual la fe no debería entrar en la vida pública, el Compendio subraya que la Iglesia se preocupa no sólo de las técnicas mediante las cuales se resuelven los problemas sociales, sino de la persona humana en todas sus dimensiones, que la Iglesia conoce en su estructura definitiva, la que Dios mismo ha revelado y establecido».

Reflexionando sobre la naturaleza y legitimidad de los derechos humanos, el presidente de Justicia y Paz explicó que «la fuente de los derechos humanos no se sitúa en la mera voluntad de los seres humanos, en la realidad del Estado, en los poderes públicos, sino en el hombre mismo y en Dios su creador».

Según el cardenal, «sólo en el arraigo metafísico y religioso se puede considerar que tales derechos sean universales, inviolables e inalienables, como Juan XXIII escribía en la encíclica “Pacem in Terris”».

Desde este punto de vista, concluyó afirmando que «la enseñanza del Compendio está totalmente encaminada a valorizar y defender la vida a través de la indicación de aquellas condiciones culturales, sociales, económicas y políticas, marcadas por la perspectiva moral de un humanismo integral, solidario y abierto a la Trascendencia, que hacen posible tal valorización y defensa».

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ZENIT Staff

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