El impacto de la Jornada Mundial de la Juventud

Un estudio australiano revela sus efectos positivos

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ROMA, domingo 24 de mayo de 2009 (ZENIT.org).- Siete de cada diez jóvenes que asistieron a la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney el año pasado la calificaron como una de la mejores experiencias de su vida. Este ha sido uno de los resultados de una encuesta llevada a cabo para medir el impacto del acontecimiento.

El «Proyecto de Investigación Progreso del Peregrino 2008» está dirigido por el padre Michael Mason y la profesora de la Universidad Católica Australiana, Ruth Webber, y el doctor de la Universidad Monash, Andrew Singleton.

El 4 de mayo publicaban sus resultados preliminares. El estudio se basaba en entrevistas, observación personal de los participantes, y dos encuestas a los peregrinos a gran escala en Internet: una antes y otra después de la Jornada Mundial de la Juventud.

Los resultados del informe preliminar se centran sólo en los peregrinos australianos. Para el 93% de ellos fue su primera experiencia de participan en una Jornada Mundial de la Juventud. Casi la mitad de los participantes locales se concentraban en la categoría de edad de los 14 a los 18 años. La Jornada Mundial de la Juventud atrajo más a las chicas que a los chicos y esto se refleja en el estudio, en el que se recoge que el 68% de las respuestas provenían de mujeres.

Algunos de los resultados más llamativos son los siguientes:

– Más del 40% afirmaron que su fe en Dios se había robustecido.

– Un tercio o más indicaron que ahora no se sentían incómodos al mostrar a los demás lo que creen; que querían vivir como discípulos de Jesús; que querían aprender más sobre su fe.

– Preguntados por lo que les pareció más divertido, los peregrinos eligieron el ser parte de una multitud enorme y alegre que atravesaba las calles, y el haber hecho nuevos amigos.

– Cerca de la mitad de los que contestaron aseguraron que están resueltos a cambiar su comportamiento hacia los demás – ser más considerados, más «parecidos a Cristo».

– Una proporción significativa explicó que había cambiado de actitudes y comportamiento en varios temas sociales y éticos.

¿Superficial o espiritual?

Los críticos de las Jornadas Mundiales de la Juventud, tanto dentro como fuera de la Iglesia, han cuestionado con frecuencia el valor espiritual de estos acontecimientos. Por eso, uno de los objetivos de la encuesta fue determinar si se trata sólo de un espectáculo agradable o si tiene un impacto espiritual significativo.

Contrariamente a cierta especulación febril de algunos medios laicos locales, antes del pasado julio, la encuesta de antes del acontecimiento mostraba que los peregrinos no veían la Jornada Mundial de la Juventud como una oportunidad para encuentros románticos. La opción de «quizás encuentre a alguien que de verdad me guste» fue la última prioridad para todos los grupos de edad.

Por el contrario, sus prioridades principales fueron, por orden, las siguientes: ver al Papa; experimentar la presencia de Dios; y sentirse parte de una gran multitud unida por una fe compartida.

En general, los peregrinos con más edad estuvieron más interesados en los aspectos devocionales y religiosos: las misas, las catequesis, y los momentos de oración. El grupo de los más jóvenes se sintió más atraído por los aspectos alegres del acontecimiento: hacer nuevos amigos, sentir el «zumbido», y compartir su fe con otros jóvenes.

No obstante, incluso entre los adolescentes, las opciones de «experimentar la presencia de Dios», y «ver al Papa», también obtuvieron alta puntuación. Sólo una minoría de los peregrinos jóvenes australianos participó esperando simplemente pasar un buen rato.

Las respuestas también dependían del nivel de práctica religiosa. Aquellos que no asistían de forma regular a misa era más probable que dieran una prioridad más alta al aspecto social del acontecimiento, mientras que los que asistían regularmente a misa indicaban que estaban más interesados en las actividades espirituales.

Las tres principales beneficios que esperaban los entrevistados antes del acontecimiento eran: vivir según lo que se cree (85%); una relación más cercana con Dios (81%); un sentido más fuerte de la propia identidad católica (78%). Hubo pocas diferencias por edad: estas fueron las tres principales prioridades para los peregrinos de todas las edades.

Ayuda espiritual

Volviendo a la encuesta tras el acontecimiento, el estudio constató que, en cuanto a los beneficios espirituales, la mayoría de quienes respondieron afirmaron que lo más provechoso fue la experiencia de estar con mucha gente que compartía la misma fe.

Este compartir la fe se correspondió con lo que la mayoría de los peregrinos habían dicho antes de la Jornada Mundial de la Juventud, y su esperanza se vio cumplida: encontraron una experiencia fuerte y llena de significado.

En entrevistas personales, los peregrinos explicaron que fue muy importante para ellos formar parte de una gran multitud de personas de su misma edad que expresaban su fe. Decían que por su experiencia hasta ese momento, era la gente más mayor la que se tomaba en serio la fe. Los jóvenes, por contraste, aunque fueran católicos, no parecían interesados en la religión, o inclinados a disfrutarla.

También tenían la costumbre de mantener su fe discretamente en privado. Normalmente sólo los amigos cercanos sabían si seguían creyendo, asistiendo a misa, o formando parte de grupos o actividades religiosas.

De hecho, un estudiante que cursa el penúltimo año escolar, precedente a la universidad en un colegio católico, afirmaba que «es un suicidio social» mostrarse activo o expresarse en clases de religión.

Orgullo de ser católico

Otros beneficios señalados por los peregrinos, y que alcanzaban una alta valoración, eran el sentido de Iglesia y el orgullo de ser católico. Muchos peregrinos también mencionaban la sensación de que Dios estaba presente en aquel gran encuentro de gente que compartía y sentía que la Jornada Mundial de la Juventud había sacado lo mejor de cada uno.

Otra opción muy valorada fue que se sentían parte de una comunidad que les trascendía en el espacio y en el tiempo y los fundía en una unidad con los demás y con Dios.

En cuanto a los eventos, los peregrinos señalaron la Vigilia, la Misa con el Papa Benedicto XVI y las Estaciones de la Cruz como los momentos de experiencia más fuerte de la presencia de Dios, y también como los espiritualmente más provechosos.

Las catequesis de la mañana también recibieron una favorable respuesta y, según la encuesta, parece que las catequesis desempeñaron un papel más importante en Sydney que en las anteriores Jornadas Mundiales de la Juventud.

Sólo una pequeña proporción (10%) de los peregrinos calificaron las catequesis como «no tan provechosas».

El informe comentaba que, durante el acontecimiento de Sydney, incluso los observadores ajenos quedaron impactados por la alegría, la amistad y el entusiasmo contagioso de los peregrinos. Pero, se notaba que esta atmósfera positiva se fundaba en un nivel de experiencia más profundo en comunión con otros que compartían la misma fe, y la experiencia de la presencia de Dios.

Como sucedió en la encuesta previa al acontecimiento, la cara social de la Jornada Mundial de la Juventud no fue considerada muy importante por quienes respondieron al estudio después de la misma. El hacer nuevos amigos fue mencionado con frecuencia, pero todos los aspectos sociales, incluyendo la belleza de los lugares y el buen tiempo, se clasificaron muy por debajo de los beneficios espirituales.

Seguimiento

También se preguntó a los participantes en la encuesta sobre qué actividades creen que serían más beneficiosas como seguimiento de la Jornada Mundial de la Juventud. La mitad de ellos eligieron primero la opción de retiros o campos para quien quiera crecer
en su fe.

También se apoyó mucho la propuesta de reunirse de forma regular con los peregrinos compañeros con motivo de misas particularmente orientadas a jóvenes, y una enseñanza de alta calidad de la fe católica.

La mitad del grupo se sentía muy inclinado a asistir a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, en 2011.

«Hay claras evidencias de que muchos peregrinos han cambiado su forma de pensar y responder a los demás, y atribuyen los cambios a su participación en la Jornada Mundial de la Juventud», concluía el estudio.

Un resultado que debería acabar con las dudas sobre los beneficios de tales acontecimientos, y estimular los esfuerzos para dar continuidad a nivel local estas iniciativas de manera que los jóvenes sigan siendo confirmados en su fe.

Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado

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ZENIT Staff

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