El individualismo ha provocado la ruptura entre generaciones; constata el Papa

En su discurso a la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 30 abril 2004 (ZENIT.org).- La ruptura entre generaciones será uno de los problemas más graves para las sociedades del futuro si no se afronta su causa, el individualismo, afirma Juan Pablo II.

Así lo explica en el discurso que dirigió este viernes a los participantes en la asamblea plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales, que se celebra en el Vaticano del 29 de abril al 3 de mayo, bajo la coordinación de su nueva presidenta, la profesora de Derecho de la Universidad de Harvard, Mary Ann Glendon.

«La familia era el primer lugar de una solidaridad intergeneracional ´–comenzó constatando el Papa en su discurso–. Se daba la solidaridad del mismo matrimonio, en la que los esposos se comprometían a ofrecerse mutuamente asistencia a lo largo de la vida en la prosperidad y en la adversidad».

«Esta solidaridad de la pareja casada pronto se extendía a los niños, cuya educación exigía un lazo fuerte y duradero. Esto llevaba después en contrapartida a la solidaridad entre los hijos ya maduros y los padres en edad avanzada», añadió en su intervención a los 33 académicos y expertos, entre los que había varios Premio Nobel.

«En el presente, las relaciones entre generaciones están experimentando cambios significativos como resultado de diferentes factores», constató el pontífice.

«En muchas áreas se ha dado una debilitación del lazo matrimonial, que es percibida con frecuencia como un simple contrato entre dos individuos –añadió–. Las presiones de la sociedad de consumo pueden llevar a las familias a distraer la atención de la casa para dirigirla a sus lugares de trabajo o a una amplia gama de actividades sociales».

«En ocasiones –reconoció–, los niños son percibidos, incluso después de su nacimiento, como un obstáculo para la realización personal de sus padres, o son vistos como un objeto a escogerse entre otros».

«Las relaciones intergeneracionales se ven afectadas, de este modo, pues muchos hijos ya crecidos dejan ahora al estado o a la sociedad en general la atención de sus padres ancianos. La instabilidad del lazo matrimonial en muchos ambientes sociales ha llevado a una creciente tendencia de los hijos ya crecidos a alejarse de sus padres y a delegar a terceras partes la natural obligación y el mandamiento divino de honrar al padre y a la madre», denunció el obispo de Roma.

Esto ha fomentado «la situación precaria» en que se encuentran «muchas personas ancianas», subrayó. «Muchos de ellos tienen recursos o jubilaciones insuficientes, algunos sufren enfermedades físicas, mientras que otros ya no se sienten útiles o sienten vergüenza por el hecho de que necesitan una atención especial, o simplemente se sienten abandonados».

«Estas cuestiones serán ciertamente más evidentes en la medida en que el número de ancianos aumenta y la misma población envejece como resultado de la disminución del índice de nacimientos y de las posibilidades de una mejor atención médica», advirtió.

El Papa presentó dos propuestas para afrontar la situación.

En primer lugar pidió que «las autoridades públicas deben preocuparse por reconocer los efectos de un individualismo», que «puede afectar seriamente a las relaciones entre las diferentes generaciones».

«Por su parte, la familia, como origen y fundamento de la sociedad humana, tiene también un papel insustituible en la construcción de una solidaridad intergeneracional –propuso en segundo lugar–. No hay una edad en la que uno deja de ser padre o madre, hijo o hija. Tenemos una responsabilidad especial no sólo ante los que les hemos dado el don de la vida, sino también ante aquellos de los que hemos recibido ese don.

La Academia Pontificia de Ciencias Sociales fue fundada por Juan Pablo II el 1 de enero de 1994 con el objetivo de «promover el estudio y el progreso de las ciencias sociales, económicas, políticas y jurídicas a la luz de la doctrina social de la Iglesia», según indica el artículo 1 de su estatuto.

El número de sus académicos pontificios, nombrados por el Papa, no puede ser ni inferior a 20 ni superior a 40, sin distinción de confesión religiosa. Son elegidos por su alto nivel de competencia en alguna de las diversas disciplinas sociales.

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ZENIT Staff

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