El laicismo –no el islam– se opone a la Navidad, constata el predicador del Papa

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 22 diciembre 2006 (ZENIT.org).- Detrás de la oposición a los símbolos de la Navidad está la mentalidad laicista, y no el islam, que incluso honra este misterio cristiano, explicó este viernes ante Benedicto XVI y sus colaboradores de la Curia, el padre Raniero Cantalamessa, OFMCap.

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El predicador de la Casa Pontificia analizó en su segunda predicación de Adviento el «escarnio cultural, o al menos intento de marginación, de las creencias religiosas», que tiene lugar, particularmente en países occidentales.

En concreto, citó como ejemplo «la campaña puesta en marcha en varios países y ciudades de Europa contra los símbolos religiosos de la Navidad».

«Se aduce frecuentemente como motivo la voluntad de no ofender a las personas de otras religiones que están entre nosotros, especialmente a los musulmanes», constató.

«Pero es un pretexto, una excusa –denunció–. En realidad es un determinado mundo laicista el que no quiere estos símbolos, no los musulmanes. Ellos no tienen nada contra la Navidad cristiana, que incluso honran».

«Hemos llegado al absurdo de que muchos musulmanes celebran el nacimiento de Jesús, desean el belén en casa y llegan a decir que “no es musulmán quien no cree en el nacimiento milagroso de Jesús”», afirmó.

«Mientras otros que se dicen cristianos quieren hacer de la Navidad una fiesta invernal, poblada sólo de renos y ositos», afirmó.

El padre Cantalamessa recordó la Sura del Corán en la que habla de la Anunciación y citó un artículo publicado por Magdi Allan, periodista musulmán, subdirector del «Corriere della Sera» (el diario de mayor tirada en Italia), el 18 de diciembre de 2006 con el título «Los musulmanes decimos sí al belén».

«La Navidad une a cristianos y musulmanes –explicaba el editorialista en su artículo–. Para el Islam la figura de Jesús y la de María son importantísima y recordadas en varias ocasiones en el mismo Corán. Por tanto, no veo por qué los niños musulmanes no puedan cantar los villancicos».

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ZENIT Staff

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