El matrimonio, camino de santidad

Ciclo de conferencias del Pontificio Instituto Juan Pablo II en Roma

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CIUDAD DEL VATICANO, martes 18 de enero de 2011 (ZENIT.org).- El matrimonio es un auténtico camino de santidad, motivo por el cual el Pontificio Instituto Juan Pablo II para los estudios sobre el matrimonio y la familia ha organizado a partir de enero un ciclo de conferencias sobre «Perfiles de santidad conyugal».

En este ciclo de conferencias se tratarán temas como la fuerza que viene del amor, la fidelidad al amor o testimonios de amor entre otros, acompañados de testimonios de parejas en camino a la santidad.

El ciclo de conferencias se inauguró el 13 de enero bajo el tema «un camino de amor y fe en pareja» tomando como ejemplo a Raissa y Jacques Maritain, dos jóvenes intelectuales convertidos que se cocieron en 1900 y desde ese momento comenzaron una vida juntos descubriendo el camino de la fe y con la única meta de santificar su matrimonio.

La conversión de la pareja Maritain no fue fácil como reconoció la coordinadora del II ciclo, Ludmila Grygiel: «En general me parece una regla que la conversión de un intelectual es más difícil de cuanto lo sea la de un artesano o un agricultor porque el equipaje cultural del mundo científico de explicar y conocer la realidad hacen más difícil el unirse al simple mensaje evangélico y aceptar los misterios de Dios, por otra parte, la tarea de un intelectual honesto el buscar la verdad».

Esto es lo que hicieron Raissa y Jacques al inicio de sus estudios, todavía cuando buscaron el sentido de la vida y la verdad en la filosofía corrieron el riesgo de caer en la desesperación, incluso pensaron en suicidarse.

Cada vez que comenzaban a estudiar el pensamiento de un filósofo crecía su sabiduría cultural, algunas veces incluso les absorbía el entusiasmo del discurso que poco después se convertía en un especie de opio metafísico como recuerda Raissa.

Los Maritain decidieron bautizarse sólo después de haber renunciado a la idea de encontrar la verdad y la felicidad intelectual en la filosofía propuesta en aquellos tiempos. Gracias a la lectura de los místicos entendieron que lo que se sabe de Dios no es nada comparado con aquello que no se conoce de Él.

La sed de verdad de los Maritain fue saciada no por el estudio sino por el amor a la verdad que dona la sabiduría, el amor perfecto que dona la libertad perfecta.

Grygiel destacó que para la pareja Maritain el momento del Bautismo, el inicio de la vida de cristianos, significa «comenzar a realizar su vocación a la santidad».

Raissa escribió sobre la conversión en su diario, «cada converso experimenta la caída de Pablo en el camino hacia Damasco. El converso se separa del mundo con un duro golpe que le arranca el enlace consigo mismo y con los otros. En un instante, en la hora de la gracia, todos los valores se inclinan hacia Él».

La profesora Guilia Paola di Nicola y su marido el profesor Attilio Danese relataron la historia del camino recorrido por Raissa y Jacques Maritain hacia Dios.

Por su parte el Cardenal Geoges Cottier, O.P, teólogo de Juan Pablo II y del inicio del pontificado de Benedicto XVI, presidió la conferencia aportando toda su experiencia sobre el tema al haber conocido personalmente a Jacques Maritain en Roma en los años 1946 – 1952.

Su Eminencia trató el tema de la pareja en la crisis de la familia que se vive actualmente: «Estamos ante una grande crisis del matrimonio. Hay que tener en cuenta la idea que el matrimonio ha tenido en las corrientes de nuestra cultura. Recientemente la idea de que el matrimonio dura toda la vida parece una cosa casi imposible. El amor de Jacques y Raissa es otra cosa. Hasta el último momento sigue siendo el mismo amor de cuando tenían 18 años y esto parece una monstruosidad. Una persona se pregunta ¿cómo puedo estar seguro que dentro de diez años tendré los mismos sentimientos que ahora?».

«Vivimos en el mundo del momento, del instante, en la provisionalidad y esto sería una buena cosa para reflexionar junto con el sacramento como tal. ¿Dónde esta la columna que sostiene todo si no hay Dios?», se preguntó el purpurado.

«No hay que olvidar el tiempo, que pasa también por el cuerpo que envejece. Cambiamos incluso en este punto de vista. La chica que conocí con veinte años no es la misma con ochenta. Están también las enfermedades… pero el mundo actual no quiere que veamos esto. Todos son jóvenes, gente guapa, sin enfermedades. Es contrario a la experiencia humana cotidiana. A la hora de la verdad sólo hay que atravesar la calle para ver que la realidad es otra. Esto sucede porque hay un materialismo de fondo que estropea el tiempo».

«Si no existe la interioridad y la relación con Dios sucede esto. La juventud y la obsesión por el cuerpo quieren estar al mismo nivel que lo espiritual . Si el cuerpo marca las reglas del vivir, todo cambia. A esto se le suman las enormes dificultades económicas que las familias sufren, el problema laboral, la desocupación o incluso el hecho de que las parejas llegan a casa cansadísimas de trabajar. Al final del día cada uno ha vivido una experiencia diferente y no es posible meterla en común porque la sociedad no lo permite. Todo esto lo paga la familia. Habría que reflexionar sobre los condicionamentos sociales de la vida en familia porque la gente es víctima de esta situación», concluyó el purpurado suizo.

Di Nicola y Danese como punto final añadieron que «el perdón es una cuestión fundamental en la relación de pareja y que el amor arde. Si se ama se fecunda porque el amor es fecundo. Dos que se aman harán que su amor pase a todos los que les rodean».

Sobre la cuestión de que Raissa Maritain reconoció que al morir su marido no conocía todo sobre él, la profesora Di Nicola añadió que «hoy en día se defiende el hecho de decirse todo en pareja, vemos a novios jóvenes que se llaman millones de veces para contarse todo, explicarse todo y piensan que retrocediendo a las mismas cosas todo se va a aclarar y en cambio pueden aparecer discusiones. Darse todo, es una cosa y decirse todo es otra».

«Es un campo delicado porque a veces estar sólo con Dios puede ser una fuga de la propia responsabilidad y del otro. Al mismo tiempo estar siempre juntos se convierte en una dependencia, en un no crecer. El silencio a su vez no significa quitarle algo al otro sino un venerarlo. Venerar el misterio que el otro contiene y contemplarlo en su belleza. Simplemente admirar el misterio que su alma contiene. Y no está fuera de lugar proponer la validez del pudor, tan disperso en la sociedad actual, hecha solo de exhibición -añadieron-. Es el velo del pudor que en el fondo falta en nuestra sociedad, esto nos ayudaría a descubrir con discreción el misterio del otro».

La segunda conferencia del ciclo tendrá lugar el próximo 3 de marzo a las 17 horas sobre «Gianna Beretta Molla y Pietro Molla – La fuerza que procede del amor».

Por María de la Torre

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ZENIT Staff

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