“El miedo al extranjero condiciona las políticas hacia los refugiados”

Afirma el Servicio Jesuita a Refugiados ante el Día Mundial

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ROMA, jueves, 18 junio 2009 (ZENIT.org).- El próximo 20 de junio se celebra el Día Mundial del Refugiado. Con este motivo, el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) ha hecho pública una declaración en la que denuncia que «el miedo al extranjero condiciona las políticas hacia los refugiados».
 
Cada año, el Día Mundial está dedicado a un tema sobre el que se enfocan todas las actividades durante el mes de junio. En 2009 el lema elegido es «Gente real, necesidades reales». El mensaje tiene como objetivo cambiar la percepción de que los refugiados son un problema y hacer que la gente entienda que son personas como nosotros, personas con necesidades reales.
 
En su mensaje, el Servicio Jesuita a Refugiados ha hecho un llamamiento a los gobiernos para que respeten sus compromisos con los derechos humanos y creen un entorno propicio para la integración de refugiados e inmigrantes. El JRS recuerda a los ciudadanos su fortaleza, ya que los gobiernos dependen de su consentimiento para actuar. Haciendo suyo el clamor de los desplazados, los ciudadanos propiciarán mejores políticas gubernamentales.
 
Según el director internacional del JRS, el jesuita Peter Balleis, «es extremadamente preocupante que los estados más ricos del mundo sigan eludiendo sus responsabilidades con respecto a los refugiados. En lugar de dar la bienvenida a las personas que huyen de sus hogares por la extrema pobreza y la violencia, les cierran la puerta». Para Balleis, «esta manera de actuar hace insostenible el sistema mundial de protección internacional».
 
En el mensaje se explica que «los políticos y los medios de comunicación muestran al extranjero que llega como una amenaza tanto para la seguridad pública como para la identidad cultural. A menudo obvian las contribuciones positivas hechas por los refugiados y los inmigrantes al desarrollo económico y cultural de las naciones de acogida. Se olvidan de que los refugiados son personas desplazadas por la fuerza, que se vieron obligadas a abandonar sus hogares».
 
Tras una década de medidas cada vez más draconianas para hacer frente a la inmigración forzada, explican desde el JRS, no sólo no se ha reducido el número de refugiados en el mundo, sino que se ha intensificado el sufrimiento de los más vulnerables. Cerrar los ojos a la realidad de los refugiados, añaden, compromete los principios de justicia y solidaridad que cimientan las sociedades libres.
 
El JRS trabaja en más de 50 países de todo el mundo. Cuenta con más de mil empleados entre laicos, jesuitas y otros religiosos y religiosas para dar respuesta a, entre otras, las necesidades de educación, salud y prestaciones sociales de 500.000 refugiados y desplazados, de los cuales más de la mitad son mujeres. Ofrece sus servicios a los refugiados independientemente de su raza, origen étnico o confesión religiosa.
 
Por su parte, el Alto Comisionado de la Onu para los Refugiados (ACNUR) y otras organizaciones que trabajan por la defensa de los derechos de los refugiados invitan a los ciudadanos y ciudadanas a reflexionar sobre las causas y efectos del refugio. Así mismo exhortan a participar en la defensa de los derechos de los hombres, mujeres y niños que se han visto obligados a huir de su hogar, porque temían por su vida, su seguridad o su libertad.
 
Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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