“El migrante no es un transeúnte, sino un compañero de viaje”

Declaración del Consejo Pontificio para la Pastoral con Migrantes e Itinerantes

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CIUDAD DEL VATICANO, martes 10 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el texto de la declaración dada a conocer hoy por la Santa Sede, que ha hecho público el Consejo Pontificio para la Pastoral de Migrantes e Itinerantes, con motivo del Congreso sobre Migrantes y Refugiados que se está celebrando actualmente en el Vaticano.

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Consejo Pontificio para la Pastoral de Migrantes e Itinerantes

Declaración del 10 de noviembre de 2009

El Consejo Pontificio para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, en la sesión inaugural de su VI Congreso Mundial sobre la Pastoral para los Migrantes y Refugiados, ayer 9 de noviembre, acogió ayer con particular interés la intervención en el aula del Presidente del Senado, honorable Giuseppe Schifani, que está en sintonía con la atención de la Iglesia al fenómeno migratorio y a sus implicaciones éticas y culturales.

En efecto, con su sola presencia, el migrante plantea a toda la sociedad un interrogante sobre su forma de ser, de auto-comprenderse y de relacionarse, con empeño del respeto mutuo, en la comunión de las diversidades.

En este contexto, el Santo Padre, en la Audiencia de ayer, reafirmó que “verdadero desarrollo es sólo el integral, el que implica a todo el hombre y a todos los hombres”. Por tanto, es urgente que la comunidad internacional, con todo esfuerzo, promueva el respeto de la dignidad de la persona humana, el deber de los Estados de buscar el bien común, con perspectiva del bien universal, y el principio de la solidaridad. Estos presupuestos requieren que se ayude a los migrantes y los miembros de sus familias, que se regularice a cuantos se encuentran en situación de precariedad y que se anime la participación de todos en los espacios de gestión social y civil. Esto se dice sobre todo en relación a las áreas donde los conflictos, las persecuciones, las catástrofes naturales y la búsqueda de mejores condiciones de vida desarraigan a las personas, empujándolas a la emigración, desde la cuenca del Mediterráneo hasta algunos países de África, desde el sur y el Centro Americanos en relación a los Norteamericanos, a Asia y al Oriente Medio.

Obviamente, debe reafirmarse la necesidad de la coherencia recíproca en la tutela de los derechos y en el correcto cumplimiento de los deberes, para una promoción auténtica de una sociedad donde se salvaguarden tanto las exigencias de la legalidad y la seguridad cuanto las de la acogida y la solidaridad. El camino a recorrer debe comprender la disponibilidad de los inmigrantes a observar la normativa de los Estados que los acogen, respetando sus tradiciones y su cultura, con un llamamiento a quienes les reciben a “reconocer en el otro no un transeúnte, sino un compañero de viaje, al que se debe una palabra sincera y de verdad” (On. G. Schifani).

+ Arzobispo Antonio Maria Vegliò

Presidente

[Traducción del italiano por Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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