El migrantre nos convierte, según obispos de Centroamérica, México y El Caribe

SAN JOSÉ, miércoles, 2 marzo 2005 (ZENIT.orgEl Observador).- Los representantes de la Pastoral de Movilidad Humana de Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México, Puerto Rico y República Dominicana concluyeron un encuentro convocado por la Sección de Movilidad Humana del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) con una declaración conjunta en la que subryan la riqueza que puede traer consigo el fenómeno de la migración humana.

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La región se encuentra enmarcada en una dinámica de flujos migratorios crecientes, sobre todo a los Estados Unidos de América, convirtiendo a la población hispana en la principal minoría étnica del país del Norte con cerca de 42 millones de personas, por encima de los 38 millones que componen la población afroamericana.

En la declaración de San José, los encargados de la movilidad humana de los principales países expulsores de trabajadores migrantes a Estados Unidos, a la luz de la instrucción «Erga Migrantes Caritas Christi», recientemente publicada por el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Migrantes, afirman que «la migración más que una amenaza, contribuye al desarrollo de nuestros pueblos, brindando oportunidades para la construcción de sociedades fundadas en la solidaridad, el respeto mutuo, la reciprocidad, entre otros».

Más adelante constatan que a la migración tradicional se está moviendo hacia nuevas y peligrosas formas como el tráfico y trata de personas, lo que implica mayor colaboración entre las naciones expulsoras y receptoras.

Dicen los encargados de migración reunidos por la CELAM que ningún país puede pensar en solucionar por sí solo los problemas migratorios. Le piden a los Estados establecer alianzas para establecer alternativas de apoyo en organismos especializados «y en la Iglesia, que trabaja incansablemente en la defensa y promoción de los Derechos Humanos de los migrantes y sus familias».

Ante este panorama de violación a los derechos de los migrantes, la Iglesia católica manifiesta su disponibilidad «por medio de la Pastoral de Movilidad Humana de seguir acompañando a todas las personas migrantes, especialmente a los menores de edad, víctimas de la trata y el tráfico de personas».

El documento, firmado por monseñor Jacyr Braido, cs, obispo de Santos (Brasil), responsable de Movilidad Humana de la CELAM y por el cardenal Luis Apnte, encargado de la Pastoral de Movilidad Humana en Puerto Rico, concluye invitando a tomar acciones concretas a los gobiernos del área; a analizar en la próxima Conferencia Regional para las Migraciones, a celebrarse en Vancouver (Canadá) los flujos sur-norte y sur-sur que se están produciendo en el área y, finalmente, a ratificar la Convención para la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migratorios y sus Familias.

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ZENIT Staff

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