El Movimiento de Vida Cristiana responde a los desafíos de la nueva evangelización

Más de dos mil miembros de esta nueva realidad eclesial en Roma

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 4 junio 2006 (ZENIT.org).- La Basílica de San Juan de Letrán fue el templo en el que los más de dos mil miembros del Movimiento de Vida Cristiana (MVC) presentes en Roma, con motivo del encuentro de Benedicto con las nuevas comunidades, vivieron su particular vigilia de oración el viernes pasado.

En el acto intervino con una catequesis Luis Fernando Figari, fundador de esta nueva realidad eclesial surgida en Lima, en 1985 y extendida hoy por los diferentes continentes.

«¡Qué hermoso estar en Roma como peregrinos! ¡Es una plasmación y signo de la eclesiología de comunión que bebemos del Concilio Vaticano II», señaló Figari durante el encuentro.

La jornada de la víspera de la gran Vigilia se inició con una peregrinación que realizó un recorrido desde la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén hasta la Basílica de San Juan de Letrán.

Los más de dos mil peregrinos del MVC acompañaron las andas de una imagen de Nuestra Señora de la Reconciliación cargada por miembros de la hermandad del mismo nombre, entonando cantos y oraciones, según explica «Noticias Eclesiales», órgano informativo de este movimento.

Durante su catequesis el fundador recordó diversos momentos históricos en el caminar de este movimiento aprobado por la Sede Apostólica en 1994.

En particular explicó el sentido del nombre del Movimiento de Vida Cristiana: «Del núcleo de consagrados surgió la familia espiritual. Ese núcleo tenía un nombre «Sodalicio», y un apellido de «Vida Cristiana».

«Se trataba, pues, de vivir cristianamente, más aún, que la vida misma tuviese como centro y fuente a Cristo, vivir de la vida de Cristo, vivir la vida cristiana», explicó.

«La respuesta era entonces y es ahora aún con mayor intensidad experimentar coherentemente el apellido de familia, esto es: «la vida cristiana»», indicó.

«Respondía a los anhelos más profundos del ser humano que encuentran su respuesta en Jesús, dejándose configurar a él. Era una opción explícita por vivir la realidad de que «Mi vida es Cristo»», indicó.

Recordando que el primer campo de apostolado es cada uno, invitó a seguir «el camino de la escuela de María», aprendiendo a decir «sí» al Plan de Dios a ejemplo de la Virgen.

Después de la catequesis del Fundador, y como última actividad de la jornada, los peregrinos participaron de una misa presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, prefecto de la Congregación para los Obispos.

En la homilía, el purpurado manifestó su aprecio a los miembros del movimiento «por los sentimientos, ideales y valores que os animan en el empeño de dar testimonio de vida cristiana en el mundo de hoy, siendo los acentos principales de vuestra labor: santidad, servicio, apostolado».

Luis Fernando Figari fue uno de los representantes de los movimientos que al final del la vigilia de Pentecostés con el Papa intervinieron para dar las gracias a Benedicto XVI por ese encuentro de comunión.

En su intervención, planteó los desafíos que plantea la época presente a los creyentes.

«Las crisis personales, la ruptura entre fe y vida, el secularismo asfixiante, el relativismo, el agnosticismo funcional, la pérdida de la identidad cristiana, la hegemonía de lo superficial y rutinario, la incomprensión de lo que significa la realización humana según Dios, nuevas y viejas ideologías y psicologismos que alejan al hombre de su senda, la masificación, las injusticias, el flagelo de la pobreza, la violencia, son todas voces que muchas veces sin saberlo están clamando por una respuesta veraz, de amor, que traiga paz y reconciliación a las personas y a los pueblos», afirmó.

«¡Ése es un clamor por el Señor Jesús! ¡Y es que sólo Él es la respuesta a las rupturas e inquietudes del ser humano!», concluyó.

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ZENIT Staff

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