El muro fronterizo entre México y Estados Unidos interpela a los cristianos

Propuesta del obispo de Querétaro, monseñor Mario de Gasperín

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QUERÉTARO, jueves, 19 enero 2006 (ZENIT.orgEl Observador).- El muro fronterizo que pretende levantar el gobierno de Estados Unidos, para impedir el paso de trabajadores indocumentados mexicanos y de Centro América, suscita polémicas en ambos lados de la frontera que comparte México con el país del Norte.

Tanto los obispos de México como de Estados Unidos han recordado el derecho de los inmigrantes a buscar mejores condiciones de vida para ellos y sus familias.

ZenitEl Observadorha entrevistado al obispo de la diócesis mexicana de Querétaro, monseñor Mario de Gasperín Gasperín, sobre este tema, que es el más polémico de este primer mes del año.

La disputa amenaza con enfriar las relaciones entre dos países que cuentan con el segundo y el tercer número mayor de población católica en el mundo.

–¿No es un oprobio que la segunda y la tercera naciones con mayor número de católicos del mundo –México y Estados Unidos– estén queriendo ser divididas por un muro fronterizo?

–Monseñor De Gasperin: La humanidad, creada una, ha vivido no sólo separada sino enfrentada a causa del odio y de la ambición de los hombres, sobre todo de los poderosos. Marcan éstos sus territorios, señalan sus fronteras y construyen muros de separación. No obstante, el designio de Dios permanece: unir a los hijos de Dios dispersos por el pecado. Esta fue la finalidad, señala, san Juan, de Jesús al morir en la cruz. San Pablo lo resume maravillosamente en su carta a los Efesios: «Cristo es nuestra paz. Él hizo de los dos pueblos uno solo, derribando el muro que los separaba».

–¿Cómo intervienen los obispos de México en este asunto?

–Monseñor De Gasperin: Justamente es en este verso de la Santa Escritura en lo que se inspira el comunicado de los Obispos de México, manifestando su pesar y rechazo a la iniciativa de la Ley de Protección Fronteriza aprobada el pasado 16 de Diciembre por la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de América. «El dramático y complejo fenómeno de la migración no se resuelve aplicando medidas que son expresión de una mentalidad xenofóbica, egoísta y discriminatoria», afirma el comunicado. Como se ve, son palabras firmes y graves las que pronuncia el episcopado mexicano, reprobando el muro que se pretende levantar en nuestra frontera norte.

–¿Cuál es la posición de la Iglesia sobre los derechos de los inmigrantes?

–Monseñor De Gasperin: La Iglesia católica ha estado y está del lado de los migrantes, defendiendo sus derechos y su dignidad: de los nuestros que van hacia el norte, como de los centroamericanos que cruzan nuestro territorio, aunque, hay que aceptarlo, los mexicanos no siempre hemos sido parejos en reconocer a otros los derechos que reclamamos. Fenómeno «dramático y complejo», llaman los obispos al hecho migratorio y, por lo tanto, necesitado de análisis certero y de voluntad firme de resolverlo, por ambas partes. En la historia de la humanidad nadie lo ha podido contener.

–¿Puede la Iglesia introducir una nueva lógica en estos temas?

–Monseñor De Gasperin: En asuntos tan graves y delicados nos damos perfectamente cuenta de que no bastan los razonamientos y cálculos políticos y económicos, sino de que se necesita pensar y actuar más allá de los intereses meramente humanos. Aquí es donde debe actuar la fe, que todos en este continente decimos profesar. Él, Jesús, es nuestra paz. Él es quien puede derribar muros y construir puentes en su lugar. A nosotros, los creyentes, nos toca echarle una mano. Si no lo hacemos así, ¿de qué sirvió haber celebrado la Navidad?

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ZENIT Staff

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