El nuevo obispo pone a disposición de Huejutla su carisma franciscano

Entrevista con el padre Salvador Rangel

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MÉXICO, jueves 12 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha nombrado obispo de Huejutla, Hidalgo, al padre Salvador Rangel Mendoza, O.F.M., de la provincia franciscana de san Pedro y san Pablo de Michoacán, en sustitución de monseñor Salvador Martínez Pérez, pastor de esta circunscripción eclesiástica desde 1994. 

El padre Rangel, nacido en Tepalcatepec, Michoacán en 1946, hizo su profesión perpetua en 1973 y fue ordenado sacerdote en junio de 1974. Ha desempeñado varios cargos en la provincia franciscana de Michoacán, entre ellos el de definidor en varios periodos. Colaboró en la Custodia franciscana de Tierra Santa en Palestina y como administrador y ecónomo del Antonianum de Roma. Desde el año 2006 venía fungiendo como vicario episcopal de la Zona Nuestra Señora de la Luz de la arquidiócesis de Morelia. 

En breve entrevista con ZENIT-El Observador, el padre Rangel nos comparte sus primeras impresiones al hacerse pública la noticia de su elección. 

–¿Con qué ánimo ha recibido la noticia de su nombramiento episcopal? 

–Padre Rangel Mendoza: Honestamente me siento indigno de esta distinción, pero confío en la gracia de Dios, en que me va a dar su sabiduría para poder hacer una buena labor en esta diócesis de Huejutla. También, humildemente, creo que Dios me ha dado ciertas cualidades y las pongo al servicio de la gente, al servicio de la Iglesia.

Para mí es una noticia que me impacta, impresionante; pero confío en la ayuda de Dios, en la buena voluntad de las personas y de los sacerdotes de aquella diócesis. He aceptado con mucho agrado y alegría la responsabilidad este nombramiento. 

–Este año se celebran 800 de la fundación de la Orden de Hermanos Menores, ¿qué significa para un fraile franciscano ser nombrado obispo? 

–Padre Rangel Mendoza: Tanto para la Orden, como para los frailes que son nombrados obispos significa que estamos al servicio de la Iglesia y, si nos piden un servicio episcopal, debemos tener la disponibilidad. Desde luego yo no soy ni el primero ni el único fraile franciscano obispo, ha habido muchos, en nuestro país, en el mundo, incluso Papas; es pues poner a disposición de la Iglesia universal nuestro carisma en este servicio concreto. 

–¿Cuáles serían las particularidades de un «episcopado franciscano», por así decirlo? 

–Padre Rangel Mendoza: Siempre se nos ha inculcado que uno debe ser simple, sencillo, dispuesto atrabajar en el lugar que sea, yo pienso en eso. Quiero seguir siendo un fraile franciscano y con este espíritu quiero prestar el servicio. 

–Hace muchos años (tal vez desde José Joaquín Granados y Gálvez (1734- 1794), obispo de Sonora y Durango) que un fraile de la provincia de Michoacán no era promovido al episcopado, ¿cómo lo experimenta usted? 

–Padre Rangel Mendoza: Yo creo que un cargo como éste, además de ser una responsabilidad, un servicio, veo que es un honor para la provincia. Entonces al ir como fraile franciscano de esta provincia no nada más va fray Salvador, detrás de mi va la grandeza, el prestigio de la provincia. Creo que estoy obligado a honrar mi casa madre. Ese es mi sentimiento. 

–¿Cuándo será la consagración episcopal? 

–Padre Rangel Mendoza: Está prevista para el 5 de junio de este año, día de san Bonifacio, obispo y mártir.  

Por Gilberto Hernández García 

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ZENIT Staff

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