El padre Lombardi aclara los entresijos comunicativos del “caso Williamson”

“Esta crisis puede ser también un paso adelante positivo en la relación con los judíos”

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MADRID, lunes 16 de febrero de 2009 (ZENIT.org).- El portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi S.I., explicó este lunes los pormenores comunicativos del «caso Williamson», ante los delegados de medios de comunicación de las diócesis españolas, y apuntó a los efectos positivos que el esfuerzo de clarificación ha tenido hacia las relaciones con el mundo judío.

El padre Lombardi intervino en la asamblea anual de la Comisión de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal (CEMCS), y dedicó una parte de su exposición a hablar sobre la necesidad de afrontar los momentos de crisis comunicativa en la Iglesia con «claridad» y «sin miedo».

El portavoz vaticano admitió que el momento de tensión tras la publicación del decreto de levantamiento de la excomunión de los obispos «lefebvrianos» por parte del Papa el pasado 24 de enero se debió a una «dramática coincidencia» con el conocimiento en esos días de las declaraciones del obispo Richard Williamson, que antes no se habían emitido.

Esta coincidencia, explicó el padre Lombardi, «creó una situación de confusión y tensión muy grande, ya que en principio eran dos cuestiones distintas por sí mismas», a lo que contribuyó «el desconocimiento del público de lo que es la excomunión y de lo que implica su levantamiento».

«El problema era explicar por un lado que este decreto se refería a la excomunión realizada veinte años antes, y que se trataba de intentar recuperar la relación con un grupo, no con personas concretas».

«Por otro lado, se trataba de aclarar que, por desgracia, una de estas personas había dicho cosas inaceptables y por tanto arrojaba una sombra muy grave sobre el propio hecho de intentar crear este diálogo».

El punto clave de la comunicación de esos días fue, explicó el portavoz vaticano, «explicar la intención del Papa con este paso, que no suponía en absoluto echar por tierra el Concilio Vaticano II, sino quitar un obstáculo para reconstruir una comunión en la Iglesia que es importante».

El espíritu que ha movido al Papa, aclaró, está muy bien reflejado en la carta que acompaña al motu propio Summorum Pontificum, sobre la misa tridentina: «hacer todo lo posible, y él en conciencia se siente obligado a hacerlo, para remediar una situación de ruptura que corre el riesgo de cristalizar y durar, creando una comunidad cismática».

Sobre la cuestión de si era necesario un mayor conocimiento de las posturas personales de los obispos excomulgados, Lombardi aclaró que quienes habían llevado a cabo los contactos con la Fraternidad San Pío X «habían tratado con el obispo Fellay, cabeza de esta comunidad», y no con directamente con este obispo, que reside en Argentina.

«Ha habido errores y problemas de comunicación», admitió, pero «ciertamente el Papa no estaba al corriente de la postura de Williamson».

Efectos positivos

El esfuerzo de la Santa Sede por aclarar esta cuestión ha tenido «efectos positivos» tanto en la relación con el mundo judío como en la puesta en marcha de este diálogo con la Fraternidad San Pío X, explicó Lombardi.

El portavoz vaticano se refirió a la visita de representantes judíos norteamericanos al Papa del pasado jueves 12 de febrero, y a sus propias impresiones al hablar con ellos sobre esta cuestión.

«Yo hablé con ellos y especialmente con el rabino Rosen, que es el jefe de la delegación judía que participa en el diálogo interreligioso con el Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos», explicó.

«No sólo habían entendido que la postura del Papa había sido siempre completamente negativa hacia las negaciones del Holocausto», sino que esta turbación les había confirmado «su cordialidad y su afecto personal por el pueblo judío».

Esta ocasión, añadió, «también puede suponer un paso adelante nuevo entre el hebraísmo y el cristianismo, si se vive positivamente».

El padre Lombardi hizo una analogía con el caso de discurso del Papa en Ratisbona, que creó una situación de tensión con el mundo islámico.

«A raíz de aquella crisis se ha puesto en movimiento tal serie de contactos nuevos y de profundizaciones con las diversas instancias del mundo musulmán, que ahora estamos mucho más adelante, creo yo, que antes de Ratisbona», afirmó.

Además, esta crisis ha ayudado también a preparar el diálogo con los «lefebvrianos», pues «las condiciones de un diálogo, de un camino y la clarificación interna de ellos sobre sus propias posiciones son ahora mucho más exigentes».

Por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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