El Papa a Argentina y Chile: Paz es defender la vida y combatir la pobreza

Celebran en el Vaticano los 25 años del Tratado de Paz y Amistad

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 29 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI explicó este sábado a las presidentas de Chile y Argentina que la paz no sólo es evitar la guerra: la paz exige respeto del ser humano, apoyo a la familia, y lucha contra la pobreza y la corrupción.

La inédita celebración de los veinticinco años del Tratado de Paz y Amistad, que impidió una guerra entre ambos países por mediación de Juan Pablo II, le dio la oportunidad a su sucesor de presentar a Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de Argentina, y Michelle Bachelet, de Chile, los desafíos más apremiantes que afrontan esas dos naciones mayoritariamente católicas.

«Para que la causa de la paz se abra camino en la mente y el corazón de todos los hombres y, de modo especial, de aquellos que están llamados a servir a sus ciudadanos desde las más altas magistraturas de las naciones, es preciso que esté apoyada en firmes convicciones morales, en la serenidad de los ánimos, a veces tensos y polarizados, y en la búsqueda constante del bien común nacional, regional y mundial», explicó el Papa.

«La consecución de la paz –añadió en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano–, requiere la promoción de una auténtica cultura de la vida, que respete la dignidad del ser humano en plenitud, unida al fortalecimiento de la familia como célula básica de la sociedad».

Asimismo, siguió aclarando, «requiere también la lucha contra la pobreza y la corrupción, el acceso a una educación de calidad para todos, un crecimiento económico solidario, la consolidación de la democracia y la erradicación de la violencia y la explotación, especialmente contra las mujeres y los niños».

Las dos presidentas llegaron al Vaticano abordo de un solo coche (algo también totalmente singular en este tipo de ceremonias). Ante todo, el pontífice les concedió audiencias separadas en su biblioteca privada. En primer lugar, a la presidenta argentina, y después a la de Chile. Ambos coloquios duraron veinte minutos.

Mientras una presidenta hablaba cara a cara con el pontífice la otra lo hacía con el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, acompañado por el arzobispo Dominique Mamberti, secretario vaticano para las Relaciones con los Estados.

Un comunicado emitido por la Santa Sede revela que «durante los cordiales coloquios se recordó con gratitud la meritoria obra de mediación realizada por el Siervo de Dios el Papa Juan Pablo II y por el difunto cardenal Antonio Samoré, que ayudaron a los dos países, a través del camino del diálogo, a resolver un añeja controversia territorial».

En particular, sigue diciendo la nota, «se recordó el hecho de que, en el curso de este cuarto de siglo, el acuerdo ha dado frutos concretos de bien y de prosperidad a dos pueblos hermanos y sigue siendo un ejemplo de modelo para los países de América Latina y para toda la comunidad internacional. También se ha dado un intercambio de puntos de vista sobre la actual situación internacional».

A continuación, tuvo lugar el encuentro conjunto con las delegaciones chilena y argentina en la Sala Clementina, en el que el Papa pronunció su discurso para constatar cómo la mediación del Papa Karol Wojtyla no sólo sirvió para evitar una guerra por disputas fronterizas, sino sobre todo para edificar una amistad que ahora se ha solidificado.

«Aquel histórico evento ha contribuido benéficamente a reforzar en ambos Países los sentimientos de fraternidad, así como una más decidida cooperación e integración, concretada en numerosos proyectos económicos, intercambios culturales e importantes obras de infraestructura, superando de este modo prejuicios, sospechas y reticencias del pasado».

Para el Papa, «Chile y Argentina no son sólo dos naciones vecinas sino mucho más: son dos pueblos hermanos con una vocación común de fraternidad, de respeto y amistad, que es fruto en gran parte de la tradición católica que está en la base de su historia y de su rico patrimonio cultural y espiritual».

Tras su discurso, el Papa saludó a las delegaciones. Entre los 29 miembros de la delegación argentina se encontraba el ministro de Asuntos Exteriores, Jorge Enrique Taiana, y una representante de las viudas de la Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.

Entre los 27 miembros de la delegación chilena se encontraba el ministro de Asuntos Exteriores, Mariano Fernández, y dos representantes de organizaciones comprometidas con los derechos humanos, Ana González y Viviana Díaz.

A continuación, tuvo lugar el intercambio de dones entre el pontífice y las presidentas, que ofrecieron al Santo Padre una medalla en la que se pueden ver los perfiles de Juan Pablo II y Benedicto XVI, con la mirada dirigida hacia Chile y Argentina.

Tras despedirse del Papa, las dos presidentas descendieron a las Grutas de la Basílica de San Pedro para rezar ante la tumba de Juan Pablo II.

Más tarde, las jefes de Estado, en automóvil, visitaron los Jardines Vaticanos y, junto a sus delegaciones fueron acogidas en la Casina Pío IV, sede de la Academia Pontificia de las Ciencias, que fue testigo de las negociaciones de paz entre los dos países hace más de cinco lustros.

En el recuerdo de aquellos diálogos de paz, el cardenal Bertone rindió homenaje «a todas aquellas personas que, con generosa dedicación y firme voluntad de paz, lograron llevarlo felizmente a término, a pesar de las aparentemente insuperables dificultades que se presentaban en su camino».

Más información:

Discurso del Papa a las presidentas de Argentina y Chile

Audiencia del Papa a Cristina Fernández y Michelle Bachelet

Cardenal Bertone sobre el Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Argentina

Cómo se gestó la mediación que evitó la guerra entre Argentina y Chile

Cartas de Benedicto XVI a las presidentas de Chile y Argentina

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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