El Papa a los seminaristas: tiene sentido ser sacerdote

El sacerdocio no es “algo del pasado”

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes 18 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Los hombres “siempre tendrán necesidad de Dios” y por tanto “de sacerdotes”, por lo que el sacerdocio católico no es “algo del pasado sino del futuro”. Así escribe el Papa Benedicto XVI a los seminaristas de todo el mundo, tras la clausura del Año Sacerdotal.

La Carta, hecha pública por la Santa Sede hoy, día de san Lucas evangelista, contiene un mensaje del Papa a los futuros sacerdotes, para que se tomen en serio su propia formación y su propia identidad, y ante todo, para animarles en las dificultades actuales.

Hoy, afirma el Papa, hay mucha gente “que, de una u otra forma, piensa que el sacerdocio católico no es una ‘profesión’ con futuro, sino que pertenece más bien al pasado”.

Esta situación no es nueva, confiesa, pues él mismo tuvo que pasar por ella, en la Alemania agonizante de la segunda guerra mundial.

“En diciembre de 1944, cuando me llamaron al servicio militar, el comandante de la compañía nos preguntó a cada uno qué queríamos ser en el futuro. Respondí que quería ser sacerdote católico. El subteniente replicó: Entonces tiene usted que buscarse otra cosa. En la nueva Alemania ya no hay necesidad de curas”.

Sin embargo, prosigue el Papa, él “sabía que esta ‘nueva Alemania’ estaba llegando a su fin y, que después de las devastaciones tan enormes que aquella locura había traído al país, habría más que nunca necesidad de sacerdotes”.

Aunque las circunstancias ahora son distintas, el Pontífice pide a los seminaristas que tengan esa misma convicción, pues el hombre “también en la época del dominio tecnológico del mundo y de la globalización, seguirán teniendo necesidad de Dios, del Dios manifestado en Jesucristo y que nos reúne en la Iglesia universal”.

“También ahora hay mucha gente que, de una u otra forma, piensa que el sacerdocio católico no es una ‘profesión’ con futuro, sino que pertenece más bien al pasado”, pero a pesar de ello “habéis decidido entrar en el seminario y, por tanto, os habéis puesto en camino hacia el ministerio sacerdotal en la Iglesia católica, en contra de estas objeciones y opiniones”.

“Habéis hecho bien”, afirma el Papa.

En los tiempos actuales, “donde el hombre ya no percibe a Dios, la vida se queda vacía; todo es insuficiente. El hombre busca después refugio en el alcohol o en la violencia, que cada vez amenaza más a la juventud”.

Sin embargo, añade el Papa, “Dios está vivo. Nos ha creado y, por tanto, nos conoce a todos. Es tan grande que tiene tiempo para nuestras pequeñas cosas: «Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados». Dios está vivo, y necesita hombres que vivan para Él y que lo lleven a los demás”.

“Sí, tiene sentido ser sacerdote: el mundo, mientras exista, necesita sacerdotes y pastores, hoy, mañana y siempre”, prosigue Benedicto XVI.

El Pontífice asegura a los seminaristas que “piensa mucho” en ellos, “especialmente en estos tiempos difíciles”.

El motivo de esta carta, añade, es “poner de relieve -mirando también hacia atrás, a mis días en el seminario- algunos elementos importantes para estos años en los que os encontráis en camino”.

Hombres de Dios”

El Papa subraya la importancia de la vida sacramental, de la integración en la Iglesia, del estudio de la teología y del derecho canónico, de la madurez y la comprensión y vivencia serena del celibato.

Uno de los aspectos más importantes de este periodo de formación es su carácter comunitario, afirma el Papa: “El seminario es una comunidad en camino hacia el servicio sacerdotal. Con esto, ya he dicho algo muy importante: no se llega a ser sacerdote solo. Hace falta la «comunidad de discípulos», el grupo de los que quieren servir a la Iglesia de todos”.

Quien quiera ser sacerdote “debe ser sobre todo un ‘hombre de Dios'», afirma el Papa. “Dios no es una hipótesis lejana, no es un desconocido que se ha retirado después del «big bang». Dios se ha manifestado en Jesucristo. En el rostro de Jesucristo vemos el rostro de Dios”.

“Por eso, lo más importante en el camino hacia el sacerdocio, y durante toda la vida sacerdotal, es la relación personal con Dios en Jesucristo”.

El sacerdote “no es el administrador de una asociación, que intenta mantenerla e incrementar el número de sus miembros. Es el mensajero de Dios entre los hombres. Quiere llevarlos a Dios, y que así crezca la comunión entre ellos”, añade.

[Por Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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