El Papa agradece a Portugal su contribución a la Constitución Europea

Lisboa fue uno de los promotores de la mención de las raíces cristianas

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CASTEL GANDOLFO, martes, 21 septiembre 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II considera que la globalización necesita ser enriquecida por los valores cristianos por lo que ha agradecido al gobierno de Portugal los esfuerzos que ha hecho para que el Tratado constitucional de la Unión Europea hiciera mención expresa a las raíces cristianas del viejo continente.

El Santo Padre expresó oficialmente este reconocimiento al recibir el martes las cartas credenciales del nuevo embajador de Lisboa ante la Santa Sede, João Alberto Bacelar Da Rocha Páris, diplomático de carrera.

En el discurso que le entregó en portugués en la residencia pontificia de Castel Gandolfo, el Santo Padre agradeció al gobierno portugués el que «no haya dudado en reconocer y promover las propias convicciones» en los debates que han precedido la redacción de la Constitución Europea.

La propuesta de introducir en el documento las raíces cristianas de Europa no fue aceptada, por la oposición de varios países, entre los que destacaron Francia y Bélgica.

El texto, que será firmado en Roma el 29 de octubre por los jefes de Estado y de gobierno, será después sometido a referéndum o a ratificación parlamentaria por los veinticinco países miembros.

El Santo Padre invitó al gobierno de Lisboa a hacer todo lo posible para que «las convicciones que derivan de esta identidad [cristiana ndr.] puedan afirmarse tanto en ámbito nacional como internacional».

El obispo de Roma también aplaudió la firma del nuevo Concordato entre la Santa Sede y Portugal en el que, en 33 artículos, se reglamentan cuestiones tan importantes como el matrimonio, la asistencia religiosa, el patrimonio, o el régimen fiscal de la Iglesia.

Se trata, aseguró, de una «expresión viva de un consenso madurado para reforzar la presencia de esta «alma» cristiana fundada en las profundas relaciones históricas entre la Iglesia católica y Portugal».

Su objetivo, explicó, «en el ámbito de la libertad religiosa», es el «servicio al bien común y colaborar en la construcción de una sociedad que promueva la dignidad de la persona humana, la justicia y la paz».

Por último, el pontífice deseó que Portugal sea un país «siempre abierto a los nuevos desafíos de nuestra sociedad y sabedor de que el Todopoderoso no dejará con las manos vacías a los que confían en sus designios».

El 93,30% de los más de diez millones de habitantes de Portugal.

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ZENIT Staff

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