El Papa: Armenia, primer país cristiano, y tierra de mártires

Juan Pablo II recibe a los peregrinos del patriarcado católico armenio

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CIUDAD DEL VATICANO, 14 sep (ZENIT.org).- Armenia, un pueblo que ha hecho de la cruz su propia identidad histórica. Así se expresó esta mañana Juan Pablo II al acoger a 350 participantes en la peregrinación de los armenios católicos a la tumba de los apóstoles en Roma, con motivo del Jubileo, guiados por el patriarca Nerses Bedros XIX.

Armenia fue el primer país de la historia que abrazó la fe cristiana, incluso antes que Francia, hace exactamente diecisiete siglos. De este modo, estos cristianos no sólo celebran en este año el Jubileo del año 2000, sino que también están rememorando el XVII centenario de su bautismo.

La cruz como identidad de un pueblo
En estos siglos, han tenido que defender su fe con la sangre, constató el pontífice: «Los armenios conocen bien la cruz: la llevan grabada en sus corazones. Es el símbolo de su identidad, de las tragedias de su historia y de la gloria de su renovación después de cada acontecimiento adverso».

«Generaciones enteras de armenios no han dudado en ofrecer sus vidas antes de renegar su fe que –añadió–, como uno de vuestros historiadores dice, forma parte de ellos como el color forma parte de la piel».

Juan Pablo II garantizó a los peregrinos sus oraciones por las comunidades en Armenia «donde una pobreza nueva y grave pone a prueba a vuestros hermanos y hermanas provocando la tentación de nuevos éxodos en busca de formas mejores de vida y de seguridad para las familias».

«Vuestro pueblo pide pan y justicia», exclamó el Santo Padre, pide a la política «un servicio honrado y desinteresado al bien común».

A pesar del genocidio…
Su Beatitud Narses Bedros XIX confirma las palabras del Papa en declaraciones a «Radio Vaticano»: «Siempre hemos sido perseguidos a causa de la fe. La última persecución se remonta a 1915, cuando tuvimos un millón y medio de mártires, uno de los cuales será beatificado el próximo año por el Santo Padre: el arzobispo Ignace Maloyan, quien fue martirizado por odio de la fe por los turcos».

Después, «durante setenta años», continúa explicando el patriarca católico armenio, «nuestros sacerdotes han sido enviados a Siberia o martirizados en el terreno. Por este motivo, en este período, no hemos tenido presencia católica en Armenia. Nuestro país es el único del mundo que ha conservado la fe sin tener en su interior una presencia estable de la jerarquía eclesiástica. Esto ha sido posible gracias a las madres, a los padres de familia, a los ancianos que han transmitido una fe, por decir así, tradicional, que se ha mantenido hasta ahora. Ahora tenemos que realizar una obra de evangelización más profunda, pues la fe tradicional no resiste el desafío del consumismo y del materialismo de hoy».

Armenia es una República Independiente desde 1991, ahora bien, la sede del patriarcado católico se encuentra todavía en el Líbano. El patriarca todavía no sabe cuándo podrá regresar a su país de origen, pues en Armenia también existe el patriarcado de los Armenios ortodoxos, que constituyen mayoría entre la población. «Históricamente la sede de nuestro patriarcado ha estado fuera del país, en Cilicia, lo que hoy es el Líbano, a causa de las persecuciones –concluye Su Beatitud Narses Bedros XIX–. Esperamos regresar a Armenia, a no ser que mientras tanto se dé un milagro y tenga lugar la unión entre católicos y ortodoxos. Entonces sólo habrá un patriarca: es lo que deseamos».

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ZENIT Staff

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