CASTEL CANGOLFO, jueves 2 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI y el Presidente de Israel, Simon Peres, auguraron hoy que las negociaciones que van a emprenderse en Washington entre israelíes y palestinos traigan por fin una paz estable a Tierra Santa.
Así lo afirma un comunicado hecho público hoy por la Santa Sede, según el cual, otro de los argumentos tratados durante el encuentro fueron los Acuerdos entre la Santa Sede e Israel, actualmente en fase de negociación.
El Papa recibió al Presidente Peres a las 9,20 de la mañana, en los jardines del palacio apostólico de Castel Gandolfo. El Pontífice mostró al dignatario las ruinas de la Villa de Domiciano y los jardines del Belvedere.
El encuentro duró unos cuarenta minutos. Después, Peres mantuvo un encuentro con el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, y con monseñor Dominique Mamberti, secretario para las relaciones con los Estados.
Sobre la reanudación de los contactos directos entre israelíes y palestinos, programado hoy en Washington, se auguró que ésta “ayude a alcanzar un acuerdo respetuoso de las legítimas aspiraciones de ambos pueblos y capaz de llevar una paz estable a Tierra Santa y a toda la región”.
También se reafirmó “la condena de toda forma de violencia y la necesidad de garantizar a todas las poblaciones del área mejores condiciones de vida”. Tampoco faltó “una referencia al diálogo interreligioso y una mirada de conjunto a la situación internacional”.
Respecto a los trabajor para un acuerdo económico entre Israel y la Santa Sede, que desde hace años son objeto de negociación en la Comisión bilateral de trabajo, ambos auguraron “una rápida conclusión del mismo”.
El Papa y Peres subrayaron “el significado totalmente particular de la presencia de las comunidades católicas en Tierra Santa, y la contribución que estas ofrecen al bien común de la sociedad, también a través de las escuelas católicas”.
Simon Peres regaló al Pontífice una menorah (candelabro de siete brazos, elemento ritual judío) de plata, mientras que el Papa le obsequió con una medalla de bronce enmarcada en marmol travertino, que es copia de la original que colocó el papa Alejandro VII dentro de la primera piedra de la columnata norte de la Basílica de San Pedro.
