El Papa beatificará el domingo a la religiosa que predijo la guerra civil española

Eusebia Palomino Yenes (1899-1935), Hija de María Auxiliadora

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 20 abril 2004 (ZENIT.org).- Entre los seis beatos que proclamará Juan Pablo II el próximo domingo se encuentra Eusebia Palomino Yenes (1899-1935), religiosa Hija de María Auxiliadora, quien antes de morir predijo la sangrienta guerra civil española.

El documento para fundamentar la postulación de su causa de beatificación, según informaba en días pasados la agencia «Veritas», la llamada «Positio», recoge un diálogo entre sor Eusebia y Josefa García Mariscal, en el que la futura beata predice la Guerra Civil española que estalló en 1936.

Sor Eusebia reveló a la testigo que «va a haber una
guerra civil muy grande y se va a derramar mucha sangre inocente porque España
no se pone de acuerdo».

Sor Eusebia Palomino se había ofrecido como víctima por la salvación de las almas de su país en 1931, y según el benedictino Manuel Garrido Boñano «el Señor la aceptó. Siguieron tres largos años de dolores indecibles».

Eusebia Palomino Yenes nació el 15 de diciembre de 1899 en Cantalpino, pequeño pueblo de la provincia de Salamanca (España) en una familia muy pobre.

Tras su profesión religiosa, fue destinada a la casa de Valverde del Camino, pequeña ciudad que en aquella época contaba con 9.000 habitantes, situada al extremo sudoeste de España, en la zona minera de Andalucía en los confines con Portugal.

Las niñas del colegio y del oratorio, a las que venía a atender, en el primer encuentro se quedan mas bien desilusionadas, la Hermana nueva tiene un aspectos más bien insignificante, pequeña y pálida, no es bonita, con las manos gruesas y además un nombre feo.

Las pequeñas se sienten pronto atraídas por las narraciones de hechos misioneros, vidas de santos, episodios de la devoción mariana, o anécdotas de Don Juan Bosco, que sabe hacerlas atractivas por su convencimiento y su fe sencilla.

Se hizo «apóstol de la devoción al Amor misericordioso según las revelaciones de Jesús a la religiosa –hoy santa– Faustina Kowalska, divulgadas en España por el Padre dominico Juan Arintero», revela la biografía difundida por la Santa Sede.

En agosto de 1932 un mal improviso es el primer aviso de que Dios había aceptado a la «víctima», añade el texto. «Después el asma que en diversos momentos ya la había molestado, ahora llega a niveles extremos de intolerancia, se agrava con otros males que van apareciendo y atentan contra su vida».

En este tiempo, visiones de sangre en premonitoras de la guerra afligen a sor Eusebia aún más que los dolores físicos. Visión de sangre también para su directora, sor Carmen Moreno Benítez, que será fusilada con otra hermana el 6 de septiembre de 1936. Actualmente ha sido declarada beata, después del reconocimiento del martirio.

En tanto la enfermedad de Sor Eusebia se agrava: el médico que la asiste admite de no saber definir la enfermedad que, unida al asma le acartona todos los miembros convirtiéndola en un ovillo.

Quien la visita siente la fuerza moral y la luz de santidad que irradian aquellos pobres miembros doloridos, dejando absolutamente intacta la lucidez del pensamiento, la delicadeza de los sentimientos y la gentileza del trato. A las hermanas que la asisten les promete: «Daré mis vueltecitas».

En el corazón de la noche entre el 9 y el 10 de febrero de 1935 sor Eusebia parece dormir serenamente. Durante todo el día los restos mortales adornados con muchísimas flores, son visitados por toda la población de Valverde.

Según la biografía distribuida en el Vaticano, todos repetían la misma expresión: «Ha muerto una santa».

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ZENIT Staff

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