El Papa bendice la estatua de santa Teresa de los Andes colocada en el Vaticano

La primera santa de Chile, que murió sin cumplir los veinte años

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 6 octubre 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II bendijo este miércoles la estatua de la primera santa chilena, santa Teresa de los Andes, que ha sido colocada en la fachada posterior de la basílica de San Pedro del Vaticano.

En el acto participó el nuevo ministro chileno de Exteriores, Ignacio Walker, así como representantes del gobierno de ese país, y el arzobispo de Santiago de Chile, el cardenal Francisco Javier Errázuriz, presidente de la Conferencia Episcopal de Chile y del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

Antes de llegar a la plaza de San Pedro para participar en la audiencia de los miércoles, el Papa se acercó hasta donde se encontraba la imagen de la santa en un vehículo descubierto desde el que impartió su bendición.

La estatua, de casi seis metros de altura y varias toneladas de peso, ha sido bautizada como «La Enamorada» por su escultor, Juan Eduardo Fernández Cox, de 65 años, sobrino nieto de la santa, quien tardó casi dos años en tallarla en mármol de Carrara.

El Papa se detuvo unos momentos en oración ante unas cien personas presentes, a quienes luego saludó.

Además del ministro Walker también acudieron el presidente de la Cámara de Diputados de Chile, Pablo Lorenzini Basso, y el embajador de Chile ante la Santa Sede, Máximo Pacheco Gómez.

Tras la ceremonia, el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano y antiguo nuncio apostólico en Chile, presidió una celebración eucarística de acción de gracias en el altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro.

El cardenal Errázuriz destacó tras la bendición que es la primera santa chilena y latinoamericana que cuenta con una estatua en la basílica vaticana y calificó a Teresa de los Andes como «una joven que compartía las mismas ilusiones, los mismos temores y los mismos sueños de todos los jóvenes».

Por su parte, Ignacio Walker destacó que la decisión del Papa de dejar un lugar tan destacado a la santa chilena es un «honor» y un «privilegio», que «demuestra el gran cariño y el gran afecto que Juan Pablo II tiene hacia Chile y que confirma el excelente estado de las relaciones entre el Gobierno de Chile y el Vaticano».

El ministro subrayó el atractivo que ejerce la personalidad de esta santa, «una joven normal como tantas otras, muy cercana a sus padres, fiel a sus amigas, amante de la naturaleza».

«Teresa de los Andes atrae a la juventud, es un faro para ella –reconoció señaló Walker–. Los santos y santas de la historia son guías que nos indican un camino a seguir. Son líderes que nos invitan a trabajar por la paz, a construir nuevos futuros, a crear oportunidades de esperanza para un mundo que la necesita. Por ello es que mi Gobierno (de Ricardo Lagos) valora este gesto y ha querido estar presente en la ceremonia»..

El ministro, en su primera misión al extranjero, debería ser recibido este jueves por Juan Pablo II en el Vaticano.

Ignacio Walker recordó que el 29 de octubre se celebra el vigésimo aniversario del tratado de paz entre Chile y Argentina, en el que Juan Pablo II tuvo un papel decisivo.

Teresa de Jesús de los Andes (1900-1920) es la tercera santa canonizada de América Latina, tras Rosa de Lima y Mariana de Jesús de Ecuador.

Carmelita descalza, su nombre de pila bautismal era Juanita Fernández Solar, nació en Santiago el 13 de julio de 1900. Falleció a causa del tifus el 12 de abril de 1920, sin haber cumplido los veinte años.

Cuando fue canonizada por Juan Pablo II el 21 de marzo de 1993, en una multitudinaria ceremonia celebrada en la plaza de San Pedro del Vaticano, la biografía de la Santa Sede la describía con estos adjetivos: «jovial, alegre, simpática, atractiva, deportista, comunicativa».

Teresa de los Andes es la primera santa latinoamericana que cuenta con una estatua en el exterior del mayor templo de la cristiandad, en la que ya han sido colocadas imágenes de la santa española María Josefa del Corazón de Jesús (Josefa Sancho de Guerra), de santa Brígida de Suecia, de santa Catalina de Siena y de san Marcelino Champagnat.

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ZENIT Staff

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