El Papa bendice los corderos con cuya lana se tejerán los palios arzobispales

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 24 enero 2006 (ZENIT.org).- En la fiesta litúrgica de santa Inés, Benedicto XVI bendijo el pasado 21 de enero, como cada año, dos corderos vivos cuya lana servirá para tejer los palios que se entregará a los arzobispos del mundo nombrados en el último año.

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Como explicó monseñor Crispino Valenziano, consultor de la Oficina de Celebraciones Litúrgicas Pontificias, el palio que lució Benedicto XVI por primera vez en la misa de inicio de pontificado, es diverso del que usaron los últimos papas, porque vuelve a la forma originaria.

El palio pende sobre el lado izquierdo, en vez de caer derecho sobre el pecho, y acaba en una franja de seda negra; tiene bordadas cinco cruces en seda roja, como las llagas del Pastor que se dejó crucificar por sus ovejas, y se sujeta con tres alfileres llamados «aciculae», que recuerdan la Pasión de Cristo.

Insignia litúrgica de honor y de jurisdicción, llevada por el Papa y los arzobispos metropolitanos en sus iglesias y en las de sus provincias, simboliza la oveja perdida y vuelta a encontrar, llevada a la espalda por el Buen Pastor, y el Cordero crucificado por la salvación de la humanidad.

En un principio atributo del Papa, fue luego concedido por el Santo Padre a los obispos que hubieran recibido de la sede apostólica una jurisdicción especial. Esta tradición está documentada a partir del año 513.

Una vez trasquilados los corderos, las religiosas del monasterio benedictino de santa Cecilia en Trastévere tejen los palios. Se colocarán en una urna de bronce junto a la Confesión de san Pedro, en la Basílica vaticana, hasta que el Papa los entregue el 29 de junio, fiesta de san Pedro y san Pablo, a los arzobispos metropolitanos nombrados en el último año.

Los dos corderos –regalo de los religiosos de la orden de los canónigos regulares lateranenses, que sirven en la basílica de santa Inés extramuros–, han sido criados en el monasterio trapense de las Tres Fuentes («Tre Fontane»), a las afueras de Roma, cuyo abad es el padre Jacques Brière.

La bendición de los corderos se celebra en el día de santa Inés para recordar su martirio, que tuvo lugar en el «Circus Agonalis», hoy plaza Navona, donde existe una iglesia, santa Inés en Agone, y una cripta dedicada a la santa. La joven fue expuesta en esta plaza y ejecutada con una espada, en el modo como se degollaban los corderos.

Nacida en el siglo III, de familia noble romana, a los doce años Inés se consagró a Dios haciendo voto de virginidad.

Tras el estallido de la terrible persecución del emperador Diocleciano contra los cristianos, fue denunciada por el hijo del prefecto de Roma, cuya oferta de matrimonio rechazó la joven para ser fiel a su promesa a Dios.

Por este motivo y también por el significado de su nombre en latín, «Agnes», de «agnus» (cordero), la iconografía representa a la santa con un cordero entre los brazos, símbolos de candor y sacrificio.

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ZENIT Staff

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