El Papa canoniza el domingo a un «apóstol de la oración por las vocaciones»

Y «padre de huérfanos y pobres», el sacerdote italiano Aníbal María Di Francia

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 14 mayo 2004 (ZENIT.org).- Un apóstol de la oración por las vocaciones y padre de huérfanos y pobres será proclamado santo por Juan Pablo II el próximo domingo: el sacerdote italiano Aníbal María Di Francia, fundador de las Hijas del Divino Celo y de los Rogacionistas.

Aníbal María Di Fracia nació en Messina (Italia) el 5 de Julio 1851 en una familia perteneciente a la nobleza.

Muy joven, delante del Santísimo Sacramento solemnemente expuesto, recibió lo que se puede definir «inteligencia del “Rogate”»: descubrió la necesidad de la oración por las vocaciones, que más tarde encontró expresada en el Evangelio: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad («Rogate») pues al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Mt 9, 37-38; Lc 10, 2).

Estas palabras constituyeron la intuición fundamental a la que dedicó toda su existencia.

Ordenado sacerdote en 1878, se dedicó a la redención moral y espiritual de una de las zonas más pobres y degradadas de su ciudad, el barrio Avignone, donde daría inicio pocos años después a sus colegios –llamados «antonianos», porque se confiaron a la protección de San Antonio de Padua– para acoger, aliviar y formar «civilmente y religiosamente», como él decía, a la juventud más necesitada.

El padre Aníbal María había intuido que el «Rogate» no era una simple recomendación, sino un mandado explícito y un «remedio inefable».

Se adelantó a los tiempos al considerar vocaciones también las de los laicos comprometidos: padres, educadores y hasta buenos gobernantes, subraya la biografía difundida por la Santa Sede. Por lo tanto, a todas estas categorías también debía extenderse la oración por las vocaciones.

El padre Aníbal María fundó dos familias religiosas: en 1887 la Congregación de las Hijas del Divino Celo y diez años después la Congregación de los Rogacionistas del Corazón de Jesús con la tarea de vivir y propagar el mandato de Jesús de orar por las vocaciones poniéndose al servicio de los más pequeños y de los pobres, especialmente en tierras de misión.

Quiso que los miembros de los dos Institutos, aprobados canónicamente el 6 de agosto de 1926, se comprometieran a vivir el «Rogate» con un cuarto voto.

Movido por la compasión de Jesús por «la muchedumbre cansada y agotada, como ovejas sin pastor» (Mt 9,36), se dedicó con todo clase de medios a difundir el «Rogate» –considerándolo instrumento eficaz de evangelización y promoción humana–: entre otros instituyó la «Sagrada Alianza» para el clero y la «Pía Unión de la Rogación Evangélica» para todos los fieles, además de lanzar el periódico «Dios y el Prójimo» para implicar a los fieles a vivir los mismos ideales.

Buscó que esta oración fuera «universal» implicando a toda la Iglesia, en particular a los obispos, pero también a sacerdotes, religiosos, consagrados y laicos.

La anual «Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones», instituida por Pablo VI en 1964, puede considerarse la respuesta de la Iglesia a esta intuición.

El beato Aníbal María era «una persona enamorada de la Eucaristía y de la Iglesia; un cristiano que concibió su vida como un don para los demás; un noble que se hizo muy pobre para ir a vivir no sólo con los pobres, sino como los pobres», describió el postulador de la causa de canonización, el padre Riccardo Pignatelli, a «Radio Vaticana».

El futuro santo, «un sacerdote según el corazón de Dios, fue como lo proclama la Iglesia en su Misa propia: “insigne apóstol de la oración por las vocaciones y verdadero padre de los huérfanos y de los pobres”», añadió.

El padre Aníbal María Di Francia murió en Messina el 1 de junio de 1927 con fama de santidad. Juan Pablo II lo proclamó beato el 7 de octubre de 1990

La inexplicable curación de una recién nacida filipina, atribuida a la intercesión del beato Aníbal María di Francia, abrió las puertas a su canonización, que presidirá el próximo domingo el Santo Padre en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.

Al poco de nacer –el 28 de enero de 1993– en Iloilo (suroeste de Filipinas), Charisse Nicole Díaz se vio afectada por una forma de meningitis en ese momento resistente a cualquier antibiótico, hidrocefalia y atrofia de la corteza cerebral. Con una reliquia del beato, la familia comenzó una novena por su curación. Charisse sanó completamente y no presenta ninguna de las previsibles secuelas.

Las Hijas del Divino Celo –72 comunidades, casi 600 religiosas– y los Rogacionistas –en torno a los 400 en 48 comunidades– están presentes actualmente en los cinco continentes con su apostolado específico: misiones, parroquias, santuarios, centros de espiritualidad vocacional y de difusión de la oración por las vocaciones, colegios, institutos para discapacitados, centros sociales para hospitalidad y la evangelización de los pobres y de los marginados, especialmente muchachos y jóvenes necesitados.

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ZENIT Staff

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