El Papa, ciudadano de honor de Romano Canavese

Discurso a los representantes de esta población italiana

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 17 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI ha dirigido hoy a la comitiva formada por el obispo de Ivrea y la corporación municipal de Romano Canavese, al ser nombrado ciudadano de honor de esta localidad.

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Señor cardenal,

Querido hermano en el Episcopado y queridos hermanos en el sacerdocio,

Señor alcalde y concejales

Señores y señoras

Estoy muy contento de recibir la ciudadanía honoraria del Ayuntamiento de Romano Canavese, al que estoy ligado por vínculos de afecto. Ante todo porque es el lugar natal de mi queridísimo Secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, a quien conozco y estimo desde hace muchos años, especialmente desde cuando fui Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. A él deseo renovar mi vivo reconocimiento por el precioso servicio a la Santa Sede. Después, porque yo mismo, el 19 de julio del año pasado, tuve el gozo de visitar vuestro pueblo y de encontrar a la laboriosa gente del Canavese. Dirijo a cada uno de vosotros mi cordial saludo, en particular al obispo de Ivrea, monseñor Arrigo Miglio y al Alcalde, señor Oscar Ferrero, a quien agradezco por las corteses palabras que me ha querido dirigir en nombre de la Corporación Municipal y de la población.

El otorgamiento de la ciudadanía honoraria demuestra la estima, a cercanía y el afecto que nutrís hacia mí; con este gesto, en un cierto sentido, habéis querido acogerme en la gran familia de Romano Canavese, aunque mi presencia no podrá ser física, sino ciertamente cordial y paterna. Me sentiré de algún modo parte de vuestra gloriosa historia, que hunde sus raíces en el segundo siglo antes de Cristo, y que tuvo momentos de particular relevancia, especialmente en la Alta Edad Media y en el siglo XIX. Pero lo que caracteriza a Romano Canavese es sobre todo una larga historia de fe, que comienza con la sangre de los mártires, entre los cuales san Solútor, y llega hasta nuestros días. En esta ocasión os renuevo la invitación a custodiar y cultivar los genuinos valores de vuestra tradición y de vuestra cultura, que se arraigan en el Evangelio. En particular a dar testimonio con empeño siempre nuevo de la fe en el Señor crucificado y resucitado, el apego a la familia, el espíritu de solidaridad. Tened siempre confianza en la ayuda de Dios, que no abandona nunca a sus hijos y que está cercano con su amorosa solicitud a cuantos trabajan por el bien, la paz y la justicia.

Queridos amigos, al renovaros mis sentimientos de gratitud, invoco sobre cada uno de vosotros, sobre vuestras familias y sobre todos los ciudadanos la intercesión de la Beata Virgen María y de los Santos Patronos, para que sigan protegiendo y guiando a vuestra comunidad. Con afecto, imparto a cada uno de vosotros y a vuestros conciudadanos una especial Bendición Apostólica.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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ZENIT Staff

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