El Papa comienza el año proponiendo el diálogo como senda hacia la paz

Pide continuar las negociaciones en Oriente Medio

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CIUDAD DEL VATICANO, 1 ene 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II, en su primera misa del año, lanzó una «sentida invitación» al diálogo como camino necesario para la llegada de la paz auténtica.

Escuchaban las palabras del pontífice más de 50 mil peregrinos que, al no caber en la plaza de San Pedro del Vaticano, invadieron también parte de la Vía de la Conciliación.

Al igual que los mil millones de católicos del planeta, vivían la 34 Jornada Mundial de la Paz.

Significativamente participaron en la misa, además, representantes de todos los países que mantienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Días antes estos embajadores habían recibido el mensaje que el obispo de Roma ha escrito con esta ocasión y que lleva por título «Diálogo entre culturas para una civilización de amor y paz».

Se trata de un argumento con el que el pontífice comenta el año para el diálogo entre las culturas, tema escogido por las Naciones Unidas para el primer año del siglo XXI. En él, el Papa hace una fuerte condena del racismo y la xenofobia, así como un llamamiento a los principios éticos que deben animar la acogida de los inmigrantes.

Junto al Papa concelebraba la eucaristía el arzobispo François Xavier Nguyén Van Thuán, quien no sólo experimentó la guerra civil que desangró Vietnam, sino que después tuvo que experimentar la cárcel, el aislamiento y los campos de trabajos forzados. Hoy es presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz.

El Belén monumental que destacaba en el centro de la plaza enmarcó la homilía del pontífice, quien indicó en los pastores, venidos a rendir homenaje a Jesús, un modelo para los cristianos de hoy, llamados a anunciar la Buena noticia de la paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

De este modo, el obispo de Roma pidió el compromiso de todos, también de los no cristianos, para construir una «nueva era de fraternidad y solidaridad».

«Renuevo hoy a cada persona de buena voluntad la invitación a recorrer con confianza y tenacidad la vía privilegiada del diálogo», exhortó

«Que todos se esfuercen por promover una auténtica cultura de la solidaridad y la justicia, estrechamente ligada a la paz, objetivo primordial de cada sociedad», añadió el Papa.

Según el mismo pontífice, el diálogo entre las culturas es «aún más necesario en el actual contexto mundial», pues es «cada vez más complejo por la difusión de las migraciones humanas, la comunicación global y del encuentro no siempre fácil entre culturas diversas».

Su primera intervención del año 2001 se convirtió así en un llamamiento urgente a «defender la vida, bien fundamental de la humanidad, pues no se puede invocar la paz y despreciar la vida».

Como el mismo pontífice confesó en varias ocasiones, su pensamiento en este día de la paz se dirigió insistentemente a Tierra Santa. En las oraciones de los fieles se rezó explícitamente por la paz en Jerusalén.

«Que todos los que reconocen a Abraham como el padre de la fe cultiven en su ánimo la conciencia de los valores comunes de cada cultura y, comenzando de la Tierra Santa, testimonien el valor de la solidaridad y la justicia», imploró una joven en árabe.

El Papa ha enviado en este día como legado especial a Tierra Santa al cardenal Roger Etchegaray para entregar personalmente su mensaje con motivo de la Jornada Mundial de la Paz a Ehud Barak y a Yasser Arafat.

Al final de la eucaristía, antes de despedirse de los fieles, durante el rezo de la oración mariana del «Angelus», el obispo de Roma quiso explicar este gesto: se trata de una «invitación a proseguir por el camino del diálogo para llegar a paz la tan deseada, base esencia para una convivencia fructuosa entre todos los pueblos de la tierra».

Ese auspicio de una paz sin confines, Juan Pablo II lo había expresado también en la medianoche de fin de año, cuando se asomó a la ventana de su biblioteca para impartir la bendición «Urbi et orbi» a los fieles que en la plaza de San Pedro desafiaron un frío penetrante para comenzar con él el nuevo año: «Deseo que el nuevo milenio traiga a todas las naciones paz, justicia, fraternidad, prosperidad», dijo el sucesor de Pedro.

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ZENIT Staff

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