El Papa condena el atentado contra una iglesia colombiana con 108 muertos

El ataque de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia

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CIUDAD DEL VATICANO, 6 mayo 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II expresó este lunes «su más enérgica reprobación» del «execrable atentado» cometido por guerrilleros colombianos el pasado jueves, en el municipio de Bojayá (noroeste de Colombia), en el que fueron asesinados al menos 108 civiles refugiados en un templo católico.

En un telegrama enviado por el cardenal Angelo Sodano a monseñor Fidel León Cadavid Marín, obispo de Quibdó (diócesis a la que pertenece la iglesia), el Santo Padre confiesa que «ha recibido con profundo pesar la triste noticia del execrable atentado perpetrado por la guerrilla con bombas incendiarias causando un gran número de muertos y muchísimos heridos entre la población civil refugiada en la Iglesia de Bellavista, en Bojayá».

El ataque fue lanzado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) contra el templo del centro urbano del municipio, de apenas mil habitantes, en donde se habían encerrado numerosas familias con el objetivo de librarse de los combates entre esa organización guerrillera y paramilitares de ultraderecha en la región.

El obispo de Roma «expresa una vez más su enérgica reprobación por estos nuevos actos de terrorismo que atentan a la pacífica convivencia y ofenden los sentimientos del querido pueblo colombiano», afirma el telegrama pontificio.

El Papa, «mientras ofrece sufragios por el eterno descanso de los fallecidos», ruega al obispo que «haga llegar su más sentido pésame a los familiares de las víctimas, junto con la seguridad de su plegaria por el pronto y total restablecimiento de los heridos».

Por último, Juan Pablo II manifiesta su cercanía a la «comunidad eclesial de Quibdó, tan afectada por la violencia guerrillera que no respeta personas ni lugares sagrados».

En los últimos días, la violencia de los grupos guerrilleros colombianos está alcanzando niveles espeluznantes. El viernes pasado guerrilleros llevaron a una guarnición militar el cadáver descuartizado de un niño, envuelto en papel de regalo, cargado con explosivos, para atentar contra los soldados.

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ZENIT Staff

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