El Papa confía en la apertura de Myanmar a la ayuda internacional

Para socorrer a las poblaciones golpeadas por el huracán Nargis

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 30 mayo 2008 (ZENIT.org).- El Papa confía en que, según los acuerdos alcanzados, se permita en Myanmar (Birmania) el acceso de la ayuda internacional al territorio, asolado por el paso del ciclón Nargis hace casi cuatro semanas.

Entre fallecidos y desaparecidos, las víctimas se estiman en más de 134 mil, mientras que cientos de miles de personas luchan por cubrir sus necesidades básicas cada día. La ayudas internacionales han sufrido los obstáculos de la Junta Militar al frente de la nación.

Al recibir este viernes a los obispos de la Conferencia Episcopal de Myanmar -con quienes ha mantenido audiencias separadas, con ocasión de su romana visita «ad limina»–, Benedicto XVI dirigió su mirada, en su discurso, al momento crítico que atraviesa el país por la potencia destructora del fenómeno natural.

«Confío en que, de acuerdo con el acuerdo recientemente alcanzado sobre la provisión de auxilio por parte de la comunidad internacional, todos los que estén dispuestos a ayudar puedan proporcionar el tipo de asistencia requerida y disfrutar de acceso efectivo a los lugares donde más se necesita», expresó el Papa.

La actual emergencia ha evidenciado en particular la solidaridad de la Iglesia en Myanmar con los pobres y necesitados, aspecto por el que «es conocida y admirada», admitió el Santo Padre.

En un país 50 millones de personas -de mayoría budista–, la Iglesia católica suma 650 mil fieles, 658 sacerdotes, 1.330 religiosos y religiosas y 2.084 catequistas.

«Durante estas difíciles jornadas, sé lo agradecido que está el pueblo birmano por los esfuerzos de la Iglesia para brindar refugio, alimento, agua y medicinas a cuantos siguen en necesidad», confirmó Benedicto XVI a los obispos.

«Que Dios abra el corazón de todos a fin de que se pueda realizar un esfuerzo concertado para facilitar y coordinar la actividad de llevar alivio a cuantos sufren, y reconstruir las infraestructuras del país», desea.

Asegura además la unidad espiritual de la Iglesia universal con todos los que, en Myanmar, lloran la pérdida de sus seres queridos.

Por Marta Lago

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ZENIT Staff

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