El Papa confiesa a peregrinos en la Basílica de San Pedro del Vaticano

Administra el sacramento a nueve personas y saluda a los peregrinos

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CIUDAD DEL VATICANO, 29 marzo 2002 (ZENIT.org).- Este Viernes Santo, poco después de mediodía, Juan Pablo II descendió a confesar como un sacerdote más a peregrinos que en ese momento se encontraban en la Basílica de San Pedro del Vaticano.

A causa de los problemas provocados por la artrosis en su rodilla derecha, el Papa llegó hasta el confesionario llevado por una peana móvil entre los aplausos de los presentes, que al verle rompieron el silencio que reinaba en el templo.

El Santo Padre confesó durante casi una hora a cinco mujeres y cuatro hombres de diferentes nacionalidades. Los últimos en confesarse fueron dos esposos, que llevaban en brazos a su bebé. Al final, el obispo de Roma le dio un beso cariñoso y una caricia a la sonriente madre.

Para abandonar la Basílica, se sirvió de la misma peana móvil. Quiso dar una pequeña vuelta por el templo para saludar a los fieles que de nuevo le aplaudían y le tendían la mano. Se acercó en particular a saludar a un pequeño grupo de polacos que gritaba su nombre.

El pontífice inauguró en 1980 la costumbre de confesar a peregrinos en el Viernes Santo. Desde entonces la ha mantenido todos los años. Con este gesto, el pontífice quiere mostrar a todos los católicos, y en particular a los sacerdotes, la importancia del sacramento de la Reconciliación.

En la carta que ha escrito este año a los presbíteros con motivo del Jueves Santo hace un llamamiento al redescubrimiento de este sacramento.

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ZENIT Staff

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