El Papa confiesa su amor por el icono de Kazan que entregará al patriarca ruso

El próximo miércoles tendrá lugar un acto de oración con este motivo

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CASTEL GANDOLFO, domingo, 22 agosto 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II confesó este domingo la importancia que tiene para su vida el Icono de la Virgen de Kazan, que se dispone a entregar a la Iglesia ortodoxa rusa.

«Me siento feliz de anunciar que una delegación especial entregará este icono tan querido por mí a Su Santidad Alejo II, patriarca de Moscú y de todas las Rusias», afirmó antes de rezar el Ángelus junto a miles de peregrinos congregados en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo.

El icono, explicó, «sacado de Rusia en los años veinte del siglo pasado, después de largas permanencias en diferentes lugares, llegó hace algunos años al apartamento del Papa y, desde aquel momento, ha velado por su trabajo cotidiano».

«El miércoles próximo, 25 de agosto, en la audiencia general, nos recogeremos junto con los fieles para rezar alrededor de este icono», afirmó en su intervención en la que invitó a todos los católicos a dirigir su mirada a esta imagen, una de las más veneradas por los ortodoxos rusos.

«Ya desde ahora encomendamos a María, Madre de la unidad y del amor, nuestras súplicas por el bien de la Iglesia y de toda la familia humana», concluyó el Santo Padre.

El icono será entregado al patriarca ruso por el cardenal alemán Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, en Moscú el 28 de agosto, día en el que la Iglesia ortodoxa celebra la Dormición de la Virgen María.

El 13 de agosto pasado la televisión rusa transmitió un reportaje sobre la visita al hospital del presidente ruso Vladimir Putin al patriarca Alejo II, internado con motivo de controles médicos, en el que, según se pudo constatar en el audio, ambos hablaron sobre este gesto del Papa con el que entrega el «viejo icono».

La semana transcurrida en Castel Gandolfo, a unos 30 kilómetros de Roma, parece haber ayudado a Juan Pablo II quien tuvo que afrontar un gran esfuerzo para cumplir con su peregrinación a Lourdes entre el 14 y el 15 de agosto.

En esta ocasión habló con más claridad y fuerza que en el santuario francés. Sus palabras quedaron interrumpidas por un estornudo, al que los fieles respondieron con un emotivo aplauso, suscitando así una sonrisa en el rostro del Papa.

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ZENIT Staff

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