El Papa confiesa sus esperanzas en su viaje a Grecia, Siria y Malta

Sus dos objetivos: unidad con los ortodoxos y diálogo con los musulmanes

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CIUDAD DEL VATICANO, 2 mayo 2001 (ZENIT.org).- Cuando faltaban dos días para que emprendiera su soñada peregrinación tras las huellas del apóstol Pablo, Juan Pablo II dejó en la mañana de este miércoles espacio a las confidencias y pidió a los cristianos que le acompañen con la oración «en este viaje que es
tan significativo para mí».

Según el pontífice, el viaje internacional número 93 de sus más de 23 años de pontificado, que del 4 al 9 de mayo le llevará por Grecia, Siria y Malta, quiere dar un impulso decisivo a la unidad entre los cristianos, especialmente con los ortodoxos (donde en Grecia son histórica mayoría), y al diálogo y colaboración con el mundo musulmán (el 90% de la población siria es islámica).

«Se cumple así el deseo que expresé en perspectiva del Gran Jubileo del año 2000, de ir a rezar en persona allí donde se manifestó concretamente la iniciativa de Dios para la salvación del ser humano», dijo el Papa antes de despedirse esta mañana de veinte mil peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro para participar en la audiencia general.

«Después de haber estado en el Sinaí, donde Dios se reveló a Moisés y en Tierra Santa, me dispongo ahora a desplazarme a algunas ciudades ligadas en modo especial a las vicisitudes de San Pablo –añadió–. Mi peregrinación tras las huellas del gran apóstol tendrá el significado de un regreso a las raíces de la Iglesia».

«Este viaje me llevará a Atenas –continuó diciendo el sucesor de Pedro– en cuyo Areópago, san
Pablo pronunció un discurso iluminador sobre el encuentro del mensaje evangélico con una cultura importante como la griega. Proseguiré mas tarde hacia Damasco, lugar que evoca la conversión de Saulo, y por fin llegaré Malta donde el apóstol de las gentes naufragó mientras iba prisionero a
Roma».

El Papa pidió a todos los creyentes que recen por los frutos que podría dejar esta peregrinación: «¡Que pueda constituir una ocasión feliz para aumentar la comprensión con los hermanos ortodoxos, favoreciendo un avance ulterior en el camino hacia la plena unidad de los cristianos!», confesó.

Y concluyó: «Espero que mi visita a Siria, en particular, a la Gran Mezquita de Damasco, sirva para reforzar el diálogo interreligioso con los seguidores del Islam, promoviendo el empeño de una convivencia pacífica».

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ZENIT Staff

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