El Papa constata «dificultades» planteadas por la integración de inmigrantes musulmanes

Por ejemplo, su concepción de los derechos de la mujer

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 18 mayo 2004 (ZENIT.org).- El diálogo y la acogida que los católicos deben ofrecer a todos los inmigrantes plantea «incógnitas» y «dificultades» particularmente con los musulmanes, reconoce Juan Pablo II.

El pontífice, al recibir este martes a los participantes en la asamblea plenaria del Consejo Pontificio para los Emigrantes y los Itinerantes, presentó el nuevo contexto de la globalización y de las migraciones como una oportunidad de diálogo interreligioso y evangelización, pero reconoció también sus dificultades.

«Cada cultura constituye un acercamiento al misterio del hombre, también a su dimensión religiosa, y esto explica –como afirma el Concilio Vaticano II– por qué algunos elementos de verdad también se encuentran fuera del mensaje revelado», indicó.

«Sin embargo –aclaró–, la integración entre pueblos que pertenecen a religiones y culturas diferentes nunca está exenta de incógnitas y dificultades. Esto vale, en particular, para la inmigración de los creyentes musulmanes, que plantean problemas específicos».

Estas dificultades son ilustradas por la instrucción «La caridad de Cristo hacia los emigrantes», publicada el 14 de mayo por el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.

En el contexto de la acogida a inmigrantes musulmanes, el número 65 recuerda que el Concilio Vaticano II «invita a purificar la memoria de las incomprensiones del pasado, a cultivar los valores comunes, y a definir y respetar las diversidades sin renunciar a los principios cristianos».

«Por lo tanto, se recomienda a las comunidades católicas el discernimiento –afirma el documento vaticano–. Se trata de distinguir, en las doctrinas y prácticas religiosas y en las leyes morales del Islam, lo que es posible compartir, y lo que no lo es».

«La creencia en Dios Creador y Misericordioso, la oración diaria, el ayuno, la limosna, la peregrinación, la ascesis para dominar las pasiones, la lucha contra la injusticia y la opresión, son todos ellos valores comunes, presentes también en el Cristianismo, aunque tengan expresiones y manifestaciones distintas», constata la instrucción en el número 66.

«Junto a estas convergencias, se presentan también divergencias, algunas de las cuales están relacionadas con los logros legítimos de la modernidad», sigue constatando el documento vaticano.

«Teniendo en cuenta especialmente los derechos humanos, aspiramos, por tanto, a que se produzca en nuestros hermanos y hermanas musulmanes una creciente toma de conciencia sobre el carácter imprescindible del ejercicio de las libertades fundamentales, de los derechos inviolables de la persona, de la igual dignidad de la mujer y del hombre, del principio democrático en el gobierno de la sociedad y de la correcta laicidad del estado», reconoce.

Por lo que se refiere a una posible solicitud de matrimonio de una mujer católica con un musulmán, «debido también a los resultados de amargas experiencias», la instrucción pide «realizar una preparación muy esmerada y profunda durante la cual se ayudará a los novios a conocer y a «asumir», con toda conciencia, las profundas diversidades culturales y religiosas que tendrán que afrontar, tanto entre ellos, como con las familias y el ambiente de origen de la parte musulmana, al cual posiblemente tendrán que regresar después de una estancia en el exterior».

«Si se presenta el caso de transcripción del matrimonio en el consulado del estado de origen, islámico, la parte católica tendrá que abstenerse de pronunciar o de firmar documentos que contengan la «shahada» (profesión de creencia musulmana)», aclara la instrucción vaticana.

«Los matrimonios entre católicos y musulmanes, si se celebran a pesar de todo, necesitarán, además de la dispensa canónica, el apoyo de la comunidad católica, antes y después del matrimonio», indica.

«Uno de los servicios importantes del asociacionismo, del voluntariado y de los consultorios católicos será la ayuda a esas familias en la educación de los hijos y, posiblemente, el apoyo a la parte menos tutelada de la familia musulmana, es decir, a la mujer, para que conozca y haga valer sus propios derechos», sigue diciendo.

Por último, afronta el bautismo de los hijos, para constatar que «las normas de las dos religiones, como es bien sabido, se oponen fuertemente».

«Es necesario, pues, plantear el problema con toda claridad durante la preparación al matrimonio, y la parte católica tendrá que comprometerse a todo lo que exige la Iglesia», afirma la Santa Sede.

«La conversión y la solicitud del Bautismo, por parte de musulmanes adultos, requieren también una ponderada atención, tanto por la naturaleza particular de la religión musulmana, como por las consecuencias que se derivan», concluye la instrucción al afrontar el apartado dedicado a los inmigrantes musulmanes.

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ZENIT Staff

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