El Papa debería canonizar en Madrid a una beata incorrupta

El cuerpo de Sor Ángela de la Cruz será trasladado a la Catedral de Sevilla

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MADRID, 10 febrero 2003 (ZENIT.org).- Pocos conocen fuera de Sevilla que el cuerpo de Sor Ángela de la Cruz, a quien Juan Pablo II debería canonizar en Madrid el próximo 4 de mayo, permanece incorrupto desde 1932 en el convento que ella misma fundó en la capital andaluza.

El cadáver reposa en una urna de cristal a los pies del altar de una de las capillas de la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz, la congregación que inició el 2 de agosto de 1875.

La cara está recubierta por una mascarilla, debido a que su estado de conservación no es bueno, pero el cuerpo permanece intacto y permanece expuesto a los visitantes que acuden al convento.

La beata Ángela de la Cruz, la «Madre Angelita», como es recordada cariñosamente en Sevilla, es una de los cinco futuros santos que Juan Pablo II debería elevar a los altares durante su visita a Madrid entre el 3 y el 4 de mayo. En caso de confirmación de la Santa Sede, compartirían el honor la Madre Genoveva Torres, el padre Pedro Poveda, la madre Maravillas de Jesús y el padre José María Rubio.

La beata Ángela de la Cruz estuvo acostumbrada a pasar necesidad desde que nació el 30 de enero de 1846. Sus padres, un cardador y una costurera, tuvieron 14 hijos, aunque sólo seis llegaron a la mayoría de edad.

La pequeña Ángela se vio obligada a trabajar desde los 12 años en el taller de calzado de doña Antonia Maldonado, en la calle del Huevo, para ayudar económicamente a sus padres.

En 1865 se cierne una oleada de cólera sobre Sevilla que azota a las familias pobres hacinadas en los «corrales de vecindad». Ángela, de 19 años, se multiplica para poder ayudar a estos hombres, mujeres y niños castigados tan duramente por la miseria.

Ese mismo año solicita entrar en el convento de las Carmelitas de Sevilla, pero no se la admite por temor a que no pudiera soportar los duros menesteres de la vida religiosa en su cuerpo menudo y débil.

En 1875 fundó su primer «monasterio»: un cuartito con derecho a cocina en la casa número 13 de la calle San Luis, y desde allí organiza junto con tres mujeres que se le unen su servicio de asistencia a los necesitados a lo largo del día y de la noche.

Falleció el 2 de marzo de 1932. Sus últimas palabras fueron «No ser, no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera…». A su muerte, el gobierno republicano y socialista quiso dedicarle una calle «prescindiendo del matiz religioso» de la futura santa.

Para conmemorar a la nueva santa, el arzobispado de Sevilla ha decidido organizar un triduo en su honor, que incluirá el traslado del cuerpo incorrupto desde su convento hasta la catedral hispalense.

Desde el miércoles 7 de mayo hasta el domingo 11, la nueva santa estará expuesta en el templo catedralicio, donde se celebrarán numerosas misas y actos para jóvenes y niños. El programa completo se puede consultar en http://www.odisur.es.

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ZENIT Staff

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