El Papa: en Armenia el primer genocidio del siglo XX – Texto completo-

Leído por el santo padre Francisco antes de la misa que recordó a los mártires y en la que nombró doctor de la Iglesia a san Gregorio de Narek

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El santo padre Francisco antes de iniciar la misa en conmemoración de los mártires armenios, dirigió las siguientes palabras a los miles de fieles reunidos en la basílica de San Pedro, en ocasión también de la elevación de San Gregorio de Narek a doctor de la Iglesia.

A continuación el texto completo:

«En varias ocasiones, he definido este tiempo como un tiempo de guerra, una tercera guerra mundial ‘en etapas’, en la cual diariamente asistimos a crímenes atroces, a masacres sangrientas y a la locura de la destrucción.

Lamentablemente aún hoy escuchamos el grito, sofocado y no atendido de tantos hermanos y hermanas, indefensos, que a causa de su fe en Cristo o pertenencia étnica, son públicamente y atrozmente asesinados, decapitados, crucificados, quemados vivos, u obligados a abandonar sus tierras.

También hoy estamos viviendo una especie de genocidio causado por la indiferencia general y colectiva, por el silencio cómplice de Caín que exclama: ‘¿Y a mi qué me importa?. ¿Soy yo quizás el guardián de mi hermano?’.

La humanidad vivió en el siglo pasado tres grandes tragedias y sin precedentes: la primera se considera generalmente como ‘el primer genocidio del siglo XX’. (Juan Pablo II y Karekin II, Declaración Conjunta, Etchmiadzin 27 de septiembre de 2001). Esa ha golpeado a vuestro pueblo armenio, la primera nación cristiana, junto a los católicos y los ortodoxos sirios, asirios, caldeos y griegos.

Fueron asesinados obispos, sacerdotes, religiosos, mujeres, hombres, ancianos y niños e incluso enfermos e indefensos. Los otros fueron los perpetrados por el nazismo y el estalinismo. Y más recientemente, ha habido otros exterminios de masa, como en Camboya, Ruanda, Burundi y en Bosnia.

Y sin embargo, parece que la humanidad no puede dejar de derramar sangre inocente. Parece que el entusiasmo surgido a finales de la Segunda Guerra Mundial vaya desapareciendo y disolviéndose.

Parece que la familia humana se niegue a aprender de sus propios errores causados ​​por la ley del terror; y por lo tanto, todavía hoy hay quienes tratan de eliminar a su similar, con la ayuda de algunos y el silencio cómplice de otros, que permanecen espectadores. Aún no hemos aprendido que «la guerra es una locura, masacre inútil».

Queridos fieles armenios, hoy recordamos con el corazón traspasado por el dolor, pero lleno de esperanza en el Señor resucitado, el centenario de aquel trágico evento, de aquel inmenso y delirante exterminio que sufrieron cruelmente vuestros antepasados.

Recordarlos es necesario, más aun un deber, porque donde no subsiste la memoria, significa que el mal todavía mantiene abierta la herida. ¡Ocultar o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla!”.

Saludo a todos con afecto y doy gracias por el testimonio. Saludo y agradezco la presencia del presidente de la República de Armenia, Serz Sargsyan. Saludo también cordialmente a mis hermanos los patriarcas y obispos: su Santidad Karekin II, patriarca supremo y catholicos de todos los armenios; su santidad Aram I, catholicos de la Gran Casa de Cilicia; su beatitud Nerses Bedros XIX patriarca de Cilicia de los armenios católicos; y a los dos Catholicossatos de la Iglesia Apostólica Armenia y del Patriarcado de la Iglesia armenio-católica.

Con la firme certeza de que el mal nunca viene de Dios, infinitamente bueno, y arraigados en la fe, profesamos que la crueldad no se puede atribuir a la acción de Dios, y más aun, no debe de ninguna manera encontrar justificación en su santo nombre. ¡Vivamos juntos esta celebración, poniendo los ojos en Jesús Cristo resucitado, vencedor de la muerte y el mal!

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ZENIT Staff

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