Cuba: Obispos agradecen al Pappa

Encuentro con las familias en Santiago de Cuba © L'Osservatore Romano

El Papa en Cuba

Refexiones del obispo de San Cristóbal de Las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel

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VER

Me han preguntado por qué el Papa fue a Cuba y no vino a México. Por qué visitó Ecuador, Bolivia y Paraguay, y no su propia tierra. Es que el Papa es coherente con lo que nos ha pedido: privilegiar las periferias, los pobres, los marginados, los que sufren. Y estos países tienen problemáticas especiales y pasan por situaciones delicadas. Cuba está en una interesante transición, de un régimen que controlaba todas las libertades, a una apertura más democrática. Si va a Estados Unidos, no es por su riqueza y su poder, sino porque ahí se celebra la Jornada Mundial de la Familia y es tradicional que participen los papas.

No viaja por intereses políticos o económicos, sino para presentar a Jesús como el mejor camino para construir un mundo más justo y fraterno, sin guerras ni exclusiones. Algunos querrían que hubiera hablado más sobre derechos humanos y otros asuntos políticos coyunturales, pero no advierten el meollo profundo de su mensaje evangélico, que lleva a posturas capaces de transformar todo lo que atente contra la dignidad humana. En Cuba se acercó a los hermanos Castro, no para una discusión ideológica, sino con respeto y afecto. Esperamos que, en su diálogo privado con el Presidente Obama, abogue por el fin del bloqueo que ha padecido Cuba desde 1959.

PENSAR

Resalto algunas de sus palabras. Desde su llegada, habló sobre “la normalización de las relaciones entre dos pueblos (USA y CUBA), tras años de distanciamiento”. Citando a José Martí, gran prócer cubano, dijo que esa nueva relación es “un signo de la victoria de la cultura del encuentro, del diálogo, del ‘sistema del acrecentamiento universal… por sobre el sistema, muerto para siempre, de dinastías y de grupos’ ”. Y con toda claridad afirmó: “Animo a los responsables políticos a continuar avanzando por este camino y a desarrollar todas sus potencialidades, como prueba del alto servicio que están llamados a prestar en favor de la paz y el bienestar de sus pueblos y de toda América, y como ejemplo de reconciliación para el mundo entero. El mundo necesita reconciliación, en esta atmósfera de tercera guerra mundial por etapas que estamos viviendo”. 

Sobre las relaciones entre el Estado y la Iglesia, antes distantes, dijo: “Hoy renovamos estos lazos de cooperación y amistad para que la Iglesia siga acompañando y alentando al pueblo cubano en sus esperanzas y en sus preocupaciones, con libertad y con los medios y espacios necesarios para llevar el anuncio del Reino hasta las periferias existenciales de la sociedad”. Pero esto no es para tener poder, sino, como dijo en Santiago de Cuba, “queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad. Como María, queremos ser una Iglesia que salga de casa para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación”.

En la plaza de la Revolución, recalcó: “Quien quiera ser grande, que sirva a los demás, no que se sirva de los demás. Ser cristiano entraña servir la dignidad de sus hermanos, luchar por la dignidad de sus hermanos y vivir para la dignidad de sus hermanos. Por eso, el cristiano es invitado siempre a dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta a los más frágiles. Todos estamos invitados, estimulados por Jesús a hacernos cargo los unos de los otros por amor. La importancia de una persona siempre se basa en cómo sirve la fragilidad de sus hermanos. «Quien no vive para servir, no sirve para vivir».

Jesús va delante, nos precede, abre el camino y nos invita a seguirlo. Nos invita a ir lentamente superando nuestros preconceptos, nuestras resistencias al cambio de los demás e incluso de nosotros mismos. Nos desafía día a día con la pregunta: ¿Crees que es posible que un recaudador se transforme en servidor? ¿Crees que es posible que un traidor se vuelva un amigo? Compartamos su ternura y su misericordia con los enfermos, los presos, los ancianos o las familias en dificultad”.

ACTUAR

Meditemos los profundos mensajes del Papa, y no nos quedemos sólo con estar informados de lo que hace o dice.

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ZENIT Staff

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