El Papa en el Regina Coeli: "La Palabra de Dios y la Eucaristí­a nos llenan de alegrí­a"

Texto completo. Oración por la paz en Ucrania y por las ví­ctimas del derrumbe en Afganistán. Próxima visita al Gemelli de Roma. Apoyo a la Asociación Meter y a la Marcha por la Vida

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Este domingo, el papa Francisco rezó la oración del Regina Coeli desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la Plaza de San Pedro.

Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice argentino les dijo:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo, que es el tercer domingo de Pascua, es el de los discípulos de Emaús. Estos eran dos discípulos de Jesús, los cuales, después de su muerte y pasado el sábado, dejan Jerusalén y regresan, tristes y abatidos, hacia su pueblo, llamado precisamente, Emaús. En el trayecto Jesús resucitado se acercó a ellos, pero ellos no lo reconocieron. Viéndolos tan tristes, Él, primero les ayudó a entender que la pasión y la muerte del Mesías estaban previstas en el designio de Dios y preanunciadas en las Sagradas Escrituras; y así reencendió el fuego de esperanza en sus corazones.

A ese punto, los dos discípulos advirtieron una extraordinaria atracción hacia aquel hombre misterioso, y lo invitaron a quedarse con ellos esa noche. Jesús aceptó y entró en su casa. Y cuando estando en la mesa bendijo el pan y lo partió, ellos lo reconocieron, pero Él desapareció de su vista, dejándolos llenos de estupor. Después de haber sido iluminados por la Palabra, habían reconocido a Jesús resucitado en el partir del pan, nuevo signo de su presencia. Inmediatamente sintieron la necesidad de regresar a Jerusalén para referir a los otros discípulos su experiencia, que habían encontrado a Jesús vivo y lo habían reconocido en aquel gesto de la fracción del pan.

El camino de Emaús se transforma así en símbolo de nuestro camino de fe: las Escrituras y la Eucaristía son los elementos indispensables para el encuentro con el Señor. También nosotros llegamos a menudo a la Misa dominical con nuestras preocupaciones, nuestras dificultades y desilusiones. La vida a veces nos hiere y nos vamos tristes hacia nuestra “Emaús”, dando la espalda al designio de Dios. Nos alejamos de Dios. Pero nos acoge la Liturgia de la Palabra: Jesús nos explica las Escrituras y reenciende en nuestros corazones el fuego de la fe y de la esperanza y en la comunión nos da fuerza. Palabra de Dios y Eucaristía: leer cada día una parte del Evangelio, recuérdenlo bien, leer cada día una parte del Evangelio y los domingos ir a hacer la comunión, a recibir a Jesús. Así sucedió con los discípulos de Emaús, han recibido la Palabra, han compartido la fracción del pan, y de tristes y derrotados que se sentían, se sintieron alegres. Siempre, queridos hermanos y hermanas, la Palabra de Dios y la Eucaristía nos llenan de alegría. ¡Recuérdenlo bien! ¡Cuando tu estás triste o algo así, toma la Palabra de Dios! ¡Cuando tú estás desanimado, toma la Palabra de Dios y ve a la Misa del domingo a hacer la Comunión, a participar del misterio de Jesús! Palabra de Dios, Eucaristía: nos llenan de alegría.

Por intercesión de María Santísima, roguemos para que todo cristiano, reviviendo la experiencia de los discípulos de Emaús, especialmente en la Misa dominical, redescubra la gracia del encuentro transformante con el Señor, con el Señor resucitado, que está con nosotros siempre. Hay siempre una Palabra de Dios que nos guía en nuestra desorientación; y a través de nuestros cansancios y desilusiones, hay siempre un Pan partido que nos hace seguir adelante en el camino.

Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración del Regina Coeli. Y al concluir la plegaria, el Papa confió a la Virgen la situación de Ucrania y recordó a las víctimas del derrumbe de tierra en Afganistán:

Queridos hermanos y hermanas,
deseo invitarlos a confiar a la Virgen la situación en Ucrania, donde no cesan las tensiones. La situación es grave. Rezo con ustedes por las víctimas de estos días, pidiendo que el Señor infunda en los corazones de todos sentimientos de pacificación y de hermandad.

Recemos también por los difuntos a causa del enorme derrumbe que se abatió dos días atrás en un pueblo de Afganistán. Dios Omnipotente, que conoce el nombre de cada uno de ellos, acoja a todos en su paz; y dé a los supervivientes la fuerza de seguir adelante, con el sostén de cuántos se empeñarán para aliviar sus sufrimientos.

Francisco también quiso dedicar unas palabras a la Universidad Católica del Sagrado Corazón: 

Queridos hermanos y hermanas, 
hoy es la 90° Jornada Nacional de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, que tiene como tema “Con los jóvenes, protagonistas del futuro”. ¿Bello tema, eh? ¿Cuántos jóvenes hay hoy? ¿Cuántos? ¡Ustedes son protagonistas del futuro! ¡Ustedes han entrado en el futuro, en la historia! Es éste el tema de hoy. Rezo por esta gran Universidad, para que sea fiel a su misión original y actualizada en el mundo actual.

Si Dios quiere iré pronto a visitar aquí en Roma la Facultad de Medicina y Cirugía y el Policlínico Gemelli, que cumple 50 años de vida y pertenece a la Universidad Católica del Sagrado Corazón.

A continuación, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Pontífice:

Saludo a todos ustedes, fieles romanos y peregrinos. En particular a los fieles de la diócesis de Parma, guiados por el obispo Enrico Solmi, con numerosos jóvenes que hacen un camino llamado “Concilio de jóvenes”. Pero, ¡hermoso nombre, eh! ¡Adelante! ¡Buen camino a todos!

Saludo a la Asociación “Meter”, que desde hace casi 20 años lucha contra toda forma de abuso a los menores. ¡Gracias por vuestro empeño! Como también a los participantes en la Marcha por la Vida, que este año tiene un carácter internacional y ecuménico. A Meter y a los participantes en la Marcha por la Vida muchas felicidades y ¡a trabajar por esto!

Saludo a las asociaciones “Relais Sourds” de Lión, “Il pórtico” de Padua y “Jardín de los niños” de Argentina; a las Hermanas Maestras de Santa Dorotea; a los fieles Melquitas de Australia y a los de Alcorcón, España; a los chicos polacos de Rybnik, seguidores del Beato Piergiorgio Frassati; al Coro y la Banda de Lenola, a los Coros de la diócesis de Udine y a las asociaciones de Campistas italianos.

¡Agradezco su presencia a tantos grupos parroquiales y juveniles!

Como de costumbre, el papa Francisco concluyó su intervención diciendo:

«A tutti voi auguro una buona domenica, buon pranzo e arrivederci!» (Os deseo a todos un buen domingo, una buena comida y ¡hasta pronto!)

(RED/IV)

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ZENIT Staff

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