El papa en Santa Marta: 'No transformar la memoria en un recuerdo'

Si se vive la misa como un evento social a veces nos aburre. Cuando la memoria está cercana, calienta el corazón y nos da alegría

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«Cuando Dios viene y se acerca siempre hay fiesta». Esto es lo que el papa Francisco subrayó en la misa de la Casa Santa Marta, que contó con la presencia de los miembros del «Consejo de Cardenales» reunidos estos días en el Vaticano con el papa.

En su homilía, el papa resaltó que no se necesita transformar la memoria de la salvación en un recuerdo, en «un evento habitual”. La misa, reiteró, no es un evento social, sino la presencia del Señor en medio de nosotros.

Esdras lee desde lo alto el Libro de la Ley que se creía perdido, y el pueblo conmovido llora de alegría. El papa se inspiró en el pasaje del libro de Nehemías, en la primera lectura de hoy, para enfocar su homilía en el tema de la memoria. El Pueblo de Dios, dijo, «tenía la memoria de la Ley, pero era un recuerdo lejano»; en ese día, en cambio, “la memoria se vuelve cercana» y «esto toca el corazón». Lloraban «de alegría, no de dolor», dijo, «porque tenían la experiencia de la cercanía de la salvación»:

«Y esto es importante no sólo en los grandes momentos históricos, sino en los momentos de nuestra vida: todos tenemos el recuerdo de la salvación, todos. Pero yo me pregunto: ¿esta memoria está cerca de nosotros, o es un recuerdo un poco lejano, un poco difuso, arcaico, como de museo… que puede olvidarse… Y cuando la memoria no está cerca, cuando no tenemos la experiencia de la cercanía de la memoria, esta entra en un proceso de transformación y la memoria se convierte en un simple recuerdo».

Cuando la memoria se aleja, agregó, «se transforma en recuerdo; pero cuando se acerca, se convierte en alegría, y esta es la alegría de la gente». Esto, continuó, «es un principio de nuestra vida cristiana». Cuando la memoria está cercana, reiteró, «hace dos cosas: calienta el corazón y nos da alegría»:

«Y esta alegría es nuestra fuerza. La alegría de la memoria cercana. En cambio, la memoria domesticada, que se aleja y se convierte en un mero recuerdo, no calienta el corazón, no nos da alegría y no nos da fuerza. Este encuentro con la memoria es un acontecimiento de la salvación, es un encuentro con el amor de Dios que ha hecho historia con nosotros y nos ha salvado; es un encuentro de salvación. Y es tan maravilloso ser salvados, que necesitamos hacer fiesta».

«Cuando Dios viene y se acerca –dijo–, siempre hay fiesta». Y «muchas veces –constató–, nosotros los cristianos tenemos miedo de la fiesta: esta fiesta sencilla y fraterna que es un don de la cercanía del Señor». La vida, agregó, «nos lleva a alejar esta cercanía, solo a mantener el recuerdo de la salvación, no la memoria que es viva». La Iglesia, señaló el papa, tiene «su memoria»: la «memoria de la Pasión del Señor». También a nosotros, advirtió, sucede que «alejamos esta memoria y la convertimos en un recuerdo, en un evento habitual».

«Cada semana vamos a la iglesia, o porque ha muerto alguien, vamos al funeral… y este recuerdo, muchas veces, nos aburre, ya que no está cerca. Es triste, pero la misa muchas veces se convierte en un evento social y no estamos cerca de la memoria de la Iglesia, que es la presencia del Señor delante de nosotros. Imaginamos esta hermosa escena en el libro de Nehemías: Esdras que lleva el libro de la memoria de Israel y el pueblo que se acerca a su memoria y llora, el corazón se ha calentado, está alegre, siente que la alegría del Señor es su fuerza. Y hace fiesta, sin miedo, simplemente».

«Pidamos al Señor –concluyó el papa– la gracia de tener siempre su memoria cerca de nosotros, una memoria cercana y no domesticada por el hábito, por tantas cosas, y alejada como un simple recuerdo».

Traducido y adaptado por José A. Varela V. del texto en italiano de Radio Vaticana

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ZENIT Staff

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