El papa Francisco celebrando en la Casa Santa Marta (Foto archivo © Osservatore Romano)

El papa Francisco celebrando en la Casa Santa Marta (Foto archivo © Osservatore Romano)

El Papa en Sta. Marta: la fe es un don que cambia la vida

En la homilía de este viernes, el Santo Padre recuerda que Jesús vino a salvarnos de nuestras enfermedades pero sobre todo a salvarnos de nuestros pecados

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El papa Francisco ha invitado a preguntarse ¿cómo es mi fe en Jesucristo?, durante la homilía de este viernes en Santa Marta. Haciendo referencia al Evangelio, ha señalado que para comprender realmente a Jesús, no debemos tener el “corazón cerrado”, sino seguirle por el camino del perdón y de la humillación. Por eso ha recordado que “nadie puede comprar la fe” sino que es “un don” que nos cambia la vida.
De este modo, ha observado que la gente hace de todo para acercarse a Jesús y no piensa en los riesgos que puede correr con tal de escucharlo o acercarse.
Reflexionado sobre el Evangelio de Marcos que narra la sanación del paralítico en Cafarnaúm, el Santo Padre ha indicado que era tanta la gente delante de la casa donde estaba Jesús que tuvieron que abrir el techo y descolgar la camilla en la que estaba el enfermo. Así, Francisco ha asegurado que “tenían fe, la misma fe que esa señora que también, en medio de la multitud, cuando Jesús iba a casa de Jairo, tocó el borde de su manto para ser sanada”. La misma fe del centurión para la sanación de su siervo. “La fe fuerte, valiente, que va adelante con el corazón abierto a la fe”, ha añadido.
Asimismo, el Papa ha explicado que en la historia del paralítico, “Jesús ha dado un paso adelante”. En Nazaret, al inicio de su ministerio, “fue a la Sinagoga y dijo que había sido enviado para liberar a los oprimidos, a los presos, devolver la vista a los ciegos… inaugurar un año de gracia”, es decir, un año “de perdón, de acercamiento al Señor. Inaugurar un camino hacia Dios”.
Pero, ha advertido el Papa, aquí da un paso más: no solo sana a los enfermos sino que les perdona los pecados. Y así lo ha explicado: “estaban allí los que tenían el corazón cerrado, pero aceptaban –hasta un cierto punto– que Jesús sanaba… ¡Pero perdonar los pecados es fuerte! ¡Este hombre va más allá! No tienen derecho a decir esto, porque solamente Dios puede perdonar los pecados y Jesús conocía qué pensaban ellos y dice: ‘¿Yo soy Dios?’ No, no lo dice. ‘¿Por qué pensáis estas cosas?’ ¡Porque sabéis que el Hijo del Hombre tiene el poder –es el paso adelante– de perdonar los pecados! Levántate, coge la camilla y echa a andar’. Comienza a hablar ese lenguaje que a un cierto punto desalentará a la gente, a algunos discípulos que lo seguían… Este lenguaje es duro, cuando habla de comer su Cuerpo como camino de salvación”.
A continuación, el Pontífice ha asegurado que entendemos que Dios viene a “salvarnos de las enfermedades” pero sobre todo a “salvarnos de nuestros pecados, salvarnos y llevarnos al Padre. Ha sido enviado para eso, para dar la vida por nuestra salvación. Y este es el punto más dificil de entender”, no solo por los escribas. Asimismo, Francisco ha señalado que cuando Jesús se muestra con un poder más grande que el de un hombre “para dar ese perdón, para dar la vida, para recrear la humanidad, también sus discípulos dudan. Y se van”. Y Jesús, ha añadido, “debe preguntar a su pequeño grupo: ‘¿también vosotros queréis iros?’
A propósito, el Papa ha preguntado: “¿cómo es mi fe en Jesucristo? ¿Creo que Jesucristo es Dios, es el Hijo de Dios? ¿Y esa fe me cambia la vida? ¿Hace que mi corazón se inaugure este año de gracia, este año de perdón, este año de acercamiento al Señor?”. El Pontífice ha asegurado en su homilía que “la fe es un don”, “nadie ‘merece’ la fe”, “nadie la puede comprar”. Es un don. Y de nuevo ha preguntado: “¿mi fe en Jesucristo me lleva a la humillación? Y con esto no se refiere a la humildad, sino a la humillación, al arrepentimiento, a la oración que dice: ‘perdóname Señor. Tú eres Dios. Tú puedes perdonar mis pecados’.
Para finalizar, el Obispo de Roma ha pedido que el Señor “nos aumente la fe”. Así, ha explicado que la gente “buscaba a Jesús para escucharlo” porque hablaba “con autoridad, no como hablaban los escribas”. Y también le seguían porque hacía milagros, porque sanaba. Pero al final, “esta gente, después de haber visto esto, se fue y todos se maravillaron y alababan a Dios”, ha precisado el Papa.
Al respecto, ha asegurado que “la prueba de que yo creo que Jesucristo es Dios en mi vida, que ha sido enviado a mí para ‘perdonarme’, es la alabanza: si yo tengo la capacidad de alabar a Dios”. Y es que alabar al Señor es gratuito. “Es un sentimiento que da el Espíritu Santo y te lleva a decir: ‘Tú eres el único Dios’. De este modo, para concluir ha pedido que “el Señor nos haga crecer en esta fe en Jesucristo Dios, que nos perdona, nos ofrece el año de gracia y este fe nos lleva a la alabanza”.

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ZENIT Staff

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