CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 11 abril 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II encendió la simbólica luz de la resurrección de Cristo y bautizó a siete adultos en la Basílica de San Pedro del Vaticano al presidir la Vigilia Pascual en la noche de este sábado.
La Vigilia Pascual o «Lucernario» comenzó en el atrio de la basílica con la bendición del fuego nuevo y la iluminación del cirio pascual, símbolo de Cristo, «Luz del Mundo».
A continuación, el obispo de Roma atravesó la nave central de la Basílica, mientras la oscuridad daba paso a una luz deslumbrante.
«La luz de Aquél que «resucitó de entre los muertos: el primero de todos» vuelve «clara como el día» esta noche memorable», afirmó el Papa después en la homilía de la celebración eucarística, en la que concelebraron veinticuatro cardenales y numerosos obispos.
Al constatar que los siete catecúmenos procedían de Italia, Togo y Japón, el pontífice reconoció que esta variedad de orígenes «pone de manifiesto la universalidad de la llamada a la salvación y la gratuidad del don de la fe».
«Gracias al Bautismo entraréis a formar parte de la Iglesia, que es un gran pueblo en camino, sin fronteras de raza, lengua y cultura; un pueblo llamado a la fe a partir de Abraham y destinado a ser bendición entre todas las naciones de la tierra», añadió con dificultades de pronunciación a causa del cansancio.
Conscientes de la promesa de Cristo –«Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo»–, el Papa les invitó a no tener miedo en la vivencia de la vida cristiana.
«Su Palabra os iluminará; su Cuerpo y su Sangre serán vuestro alimento y apoyo en el camino cotidiano hacia la eternidad», añadió.
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