"El Papa es el líder de las libertades"

George W. Bush será recibido por Juan Pablo II tras la cumbre de Génova

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ROMA, 18 julio 2001 (ZENIT.org).- George W. Bush, en una entrevista concedida al diario italiano “La Stampa” explicó sus ideas para vencer la pobreza, conquistar la paz y crear un mundo más justo, tarea esta última en la que espera contar con la ayuda del Papa. El día 23 de julio, tras la cumbre de Génova, será recibido por primera vez en audiencia por Juan Pablo II, tras su llegada a la Presidencia de EE.UU.

Respecto a su próxima audiencia con el Papa, el Presidente estadounidense dice: “Espero hablar con un hombre de capital importancia, un gran líder mundial, que da voz a fuertes convicciones. Su santidad, su influencia han tenido una extraordinaria importancia en impulsar las libertades. Aprecio sus esfuerzos, que están siempre guiados por un espíritu de reconciliación. En mi país, el Santo Padre tiene un enorme impacto porque es el guía de la Iglesia Católica. Por ejemplo, es un firme defensor del derecho a la vida y del derecho a ser escuchados también de quienes no tienen voz. Respeto profundamente a la Iglesia Católica y su liderazgo. Creo que tendremos una cordial e intensa conversación”.

G. W. Bush confiesa que se siente “emocionado”: “Estaré ante un hombre que tiene una inmensa profundidad, una extraordinaria fuerza moral. Lo que dice tiene consecuencias en el mundo entero. Estoy contento también de volver a Roma, donde mi hija estudió en el Colegio Americano durante seis meses. Recuerdo que fui a visitarla, en otoño de 1998, poco después de mi reelección como gobernador de Texas. Fue una experiencia fantástica, no veo la hora de volver”.

¿Cuál es su receta para vencer la pobreza? “En Génova -responde- hay que abrir las ventanas de las oportunidades para que Estados Unidos, nuestros aliados y nuestros amigos puedan ver, comprender mejor, los problemas que afligen a los países en vías de desarrollo, para acordar, en la cumbre del G-8, una estrategia común. El que sea más próspero debe darse políticas para reforzar la propia prosperidad, con menos impuestos, menos regulaciones y libre comercio. En segundo lugar, tenemos que trabajar juntos para darnos una política común de seguridad, que nos ayudará a afrontar los desafíos del siglo XXI. Prosperidad para todos quiere decir un mundo estable y seguro. Estados Unidos debe empeñarse con sus amigos y aliados en combatir las enfermedades y reforzar la educación. Los países libres y prósperos, los más afortunados, deben trabajar juntos para aumentar las oportunidades para todos, favoreciendo el comercio, la educación y la sanidad”.

Respecto al movimiento antiglobalización, el Presidente de EE.UU. explica que “quien protesta en Italia tiene derecho a expresar la propia opinión de modo pacífico pero perjudican, en primer lugar, a la causa de los pobres. Cuando protestan y condenan el comercio, perjudican de hecho las posibilidades de crecer de los países en vías de desarrollo. Los manifestantes se proponen no perjudicar las posibilidades de crecimiento de los países en vías de desarrollo. Esto está bien pero combatir el comercio con ese fin es una receta equivocada”.

Sobre los grupos que favorecen choques y actos violentos, Bush añade que “una cosa es intentar un diálogo abierto sobre cada posible tema y otra cosa es golpear, destruir, causar daños. Quien se comporta en esta manera, perjudica sobre todo a las naciones pobres. Intentar congelar el comercio, impedir intercambios, significa aprisionar a pueblos enteros en la pobreza. Estoy en fuerte desacuerdo con quien sostiene esta ideología. No debe haber dudas sobre la postura de Estados Unidos. El aislacionismo y el proteccionismo condenan a la gente a la pobreza. ¡Que vayan a preguntar a las naciones de África que es lo que desean, cuáles son sus esperanzas! Se darán cuenta de que tienen ideas muy distintas de las suyas”.

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ZENIT Staff

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