EL PAPA EXALTA EL GENIO FEMENINO DE RITA DE CASIA

Multitudinaria ceremonia en el Vaticano para rezar

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CIUDAD DEL VATICANO, 21 mayo (ZENIT.org).- Juan Pablo II rindió ayer homenaje en el Vaticano a una santa muy popular: Rita de Casia, conocida como abogada de los pobres y los desesperados. Los restos de la primera mujer elevada a los altares en el Año Santo de 1990, recorrieron en procesión, en una urna de cristal, el camino desde la iglesia de San Agustín en Roma hasta la plaza de San Pedro.

Tras una misa oficiada por el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Angelo Sodano, el Papa quiso honrar las reliquias de esta mujer y la presentó como ejemplo y modelo para las mujeres y las familias por «su heroica existencia cristiana de esposa, madre, viuda y monja», que encontró en la fe indestructible la fuerza para ser en cada circunstancia mujer de paz.

Margarita (este era su nombre completo) se casó muy joven con un hombre violento y sanguíneo al que logró convertir. Fue asesinado por una familia tradicionalmente enemiga, pero ella no quiso denunciar al asesino y trató de mantener alejados a sus dos hijos de la venganza. Es más, oró incansablemente por el alma del asesino. Cuando sus hijos murieron, víctimas de la peste, consagró su vida a Dios en la contemplación, viviendo una vida «de total abandono a Dios», como recordó el Papa, con una «sencillez trasparente» y una «adhesión granítica al Evangelio».

De este modo, Rita se ha convertido en símbolo de un «genio femenino», vivido «tanto en su maternidad física como espiritual». Esta mujer, dijo el obispo de Roma, que llevaba en la frente el estigma de la pasión, se doctoró contemplando la cruz «en ese amor que ya había conocido y expresado de manera heroica entre las paredes de casa».

Entre 70 y 80 mil personas acudieron a lo largo de ese día para rezar ante el cuerpo de Santa Rita, que se conserva incorrupto desde el día de su muerte, el 22 de mayo de 1457, en Casia. Algunos quedaron decepcionados, pues creían equivocadamente que durante toda la tarde hubiera sido expuesto en la Basílica de San Pedro del Vaticano.

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ZENIT Staff

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