El Papa exhorta a las Brigidinas a testimoniar el Evangelio en Cuba

La congregación acaba de abrir una casa en la Isla

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LA HABANA, 10 marzo 2003 (ZENIT.org ).- Este sábado, cinco años después de la visita del Papa a Cuba, se abrió en La Habana la primera casa de las Hermanas Brigidinas, congregación particularmente comprometida en el apostolado ecuménico.

La presencia de las religiosas es el resultado de la relación cordial que se estableció entre la superiora general de las Brigidinas, Tekla Famiglietti, y Fidel Castro.

El proyecto de abrir una casa de las Brigidinas en Cuba surgió en el año 2000, durante una visita de Castro a México para asistir a la toma de posesión del presidente Vicente Fox

Fue entonces cuando la madre Famiglietti planteó a Castro la iniciativa y, según explicó la abadesa, el comandante envió una «histórica y bellísima» carta al Papa expresando su beneplácito con la idea. «Sin la ayuda y la generosidad de Fidel Castro hoy no estaríamos aquí», afirmó la religiosa

En la tarde del sábado, el prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el cardenal Crescenzio Sepe, bendijo e inauguró el edificio –un antiguo convento restaurado y ampliado– que concedió el gobierno a la orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida.

Estuvieron presentes en ese momento Fidel Castro, el cardenal arzobispo de La Habana, Jaime Lucas Ortega y Alamino, el cardenal arzobispo de Guadalajara (México), Juan Sandoval Iñiguez, y numerosas autoridades eclesiásticas y civiles.

En la ceremonia se leyó el mensaje del Santo Padre –con la firma del cardenal Angelo Sodano– en el que expresa su confianza en que la nueva comunidad de las Hermanas de Santa Brígida sea un testimonio vivo de la perennidad del mensaje evangélico en el seno de la sociedad cubana.

Una tarea que se lleva a cabo «contribuyendo a la promoción de los auténticos valores cristianos y humanos en la construcción de una sociedad más justa y fraterna», se lee en el mensaje.

«Inaugurar el convento brigidino de La Habana –dijo el cardenal Sepe—significa plantar otra semilla del Evangelio en la fecunda tierra cubana, colocar otra piedra en la construcción del templo de Cristo, que es la Iglesia».

Representa asimismo «reconocer la abnegación y la labor fiel que muchos religiosos y religiosas han realizado en Cuba en tiempos difíciles», añadió.

Castro y Famiglietti intercambiaron en la ocasión sendas condecoraciones. La abadesa entregó al líder cubano la Cruz Ecuménica de la Estrella de Comendador de Santa Brígida en reconocimiento al impulso de altos ideales de diálogo y paz promovidos por la única santa sueca, fundadora de la orden.

Por su parte, Castro otorgó a la religiosa la medalla de la orden de Félix Varela de Primer Grado, la más importante conferida a una personalidad en la educación o la cultura.

Esta congregación femenina, fundada en Suecia en 1370 por Santa Brígida –y refundada en 1911–, cuenta hoy con unas 600 hermanas de diferentes nacionalidades y 46 casas religiosas en distintos países del mundo.

La nueva sede de la congregación está situada en el centro histórico de La Habana. La comunidad, formada por seis religiosas mexicanas y dos indias, se propone ser un punto de referencia para los ejercicios espirituales de los católicos, pero sobre todo para los encuentros ecuménicos.

En Cuba viven más de once millones de personas, de los que más de seis millones son católicas. En la Isla hay 166 sacerdotes diocesanos y 130 sacerdotes religiosos; 500 religiosas y 36 religiosos; 105 seminaristas y 4.577 catequistas. La Iglesia católica gestiona 25 institutos de beneficencia y asistencia.

Con las Hermanas Brigidinas, en Cuba hay 56 institutos religiosos femeninos y 22 masculinos.

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ZENIT Staff

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