El Papa exhorta a reavivar la "misión inmensa" de la evangelización

Audiencia a los participantes en la Asamblea del Consejo Superior de las OMP

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 21 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Recibiendo este viernes por la mañana en audiencia a los participantes en la Asamblea Ordinaria del Consejo Superior de las Obras Misionales Pontificias, que se ha celebrado en Roma del 17 al 21 de mayo, Benedicto XVI recordó la necesidad de promover siempre la evangelización, que definió como una “misión inmensa».

En el discurso que pronunció en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, el Papa subrayó la necesidad de evangelizar especialmente en este tiempo nuestro, en el que la humanidad sufre una cierta falta de pensamiento reflexivo y sapiencial, y se difunde un humanismo que excluye a Dios».

Por este motivo, explicó, «es aún más urgente y necesario iluminar los nuevos problemas que surgen con la luz del Evangelio que no cambia”.

La predicación del Evangelio, declaró, “es un inestimable servicio que la Iglesia puede ofrecer a la humanidad entera que camina en la historia”, y es “juicio crítico sobre las transformaciones planetarias que están cambiando sustancialmente la cultura de la humanidad».

«La Iglesia, presente y operante en las fronteras geográficas y antropológicas, es portadora de un mensaje que penetra en la historia, donde proclama los valores inalienables de la persona, con el anuncio y el testimonio del plan salvífico de Dios, hecho visible y operante en Cristo».

Predicar el Evangelio se convierte por tanto en “la llamada a la libertad de los hijos de Dios, también para la construcción de una sociedad más justa y solidaria para prepararnos a la vida eterna».

El valor de anunciar

Benedicto XVI reconoció que quien participa en la misión de Cristo «debe inevitablemente afrontar tribulaciones, rechazos y sufrimientos, porque se enfrenta con las resistencias y los poderes de este mundo».

Como indicó el apóstol Pablo, «no tenemos más armas que la Palabra de Cristo y de su Cruz».

La misión ad gentes, por lo demás, «reclama a la Iglesia y a los misioneros que acepten las consecuencias de su ministerio: la pobreza evangélica, que les confiere la libertad de predicar el Evangelio con valor y franqueza; la no violencia, por la que responden al mal con el bien; la disponibilidad a dar la propia vida por el nombre de Cristo y por amor a los hombres».

«Como el apóstol Pablo demostraba la autenticidad de su apostolado con las persecuciones, las heridas y los tormentos sufridos, así la persecución es prueba también de la autenticidad de nuestra misión apostólica».

El poder del Espíritu

En la vigilia de la solemnidad de Pentecostés, que se celebrará este domingo 23 de mayo, el Pontífice subrayó que “es el Espíritu Santo el que une y preserva a la Iglesia, dándole la fuerza de expandirse, colmando a los discípulos de Cristo con una riqueza desbordante de carismas».

«Es del Espíritu Santo de donde la Iglesia recibe la autoridad del anuncio y del ministerio apostólico”, añadió.

Por esta razón, quiso “reafirmar con fuerza” la idea de que “la evangelización necesita cristianos con los brazos alzados hacia Dios en el gesto de la oración, cristianos movidos por la conciencia de que la conversión del mundo a Cristo no la producimos nosotros, sino que nos viene dada».

A propósito de esto, confesó que la celebración del Año Sacerdotal «ha ayudado a tomar mayor conciencia de que la obra misionera requiere una unión cada vez más profunda con Aquel que es el Enviado de Dios Padre para la salvación de todos; requiere compartir ese ‘nuevo estilo de vida’ que fue inaugurado por el Señor Je´sus y que fue hecho propio por los Apóstoles».

Concluyó por tanto su intervención agradeciendo a todos los miembros de las Obras Misionales Pontificias, comprometidos de diversas formas a “tener alta la conciencia misionera de las Iglesias particulares, empujándolas a una participación más activa en la missio ad gentes, con la formación y el envío de misioneros y misioneras y la ayuda a las Iglesias jóvenes».

Objetivos

La Asamblea de las OMP tuvo por tema “La construcción de la comunión eclesial es la clave de la misión» y en ella han participado 118 directores nacionales de las Obras Misionales Pontificias procedentes de los cinco continentes.

Monseñor Piergiuseppe Vacchelli, Secretario adjunto dela Congregación para la Evangelización de los Pueblos y presidente de las OMP, explicó que, “como en todo cambio histórico, tenemos que afrontar transformaciones cualitativas de la sociedad, que especialmente en Occidente, está construyendo su cultura prescindiendo de Dios y de Cristo», recuerda la agencia Fides.

Abriendo los trabajos de la Asamblea, el prelado señaló en particular la importancia del «Fondo de Solidaridad Universal», que «es como el ABC de las OMP», «sin el cual las OMP ya no tendrían razón de ser», e invitó a los presentes a seguir siempre criterios de “transparencia, responsabilidad, coherencia, sentido de justicia” en la gestión de los donativos.

«Como Asamblea debemos encontrar el valor de volver a pensar en el significado eclesial, en las modalidades y en la política de distribución de los donativos en el contexto de la evangelización hoy, especialmente de una Iglesia local inculturada”, subrayó.

La Asamblea discutió también sobre posibles variaciones en el Estatuto de las OMP y de la atención que dar a la Domus Missionalis, realidad que gestiona los colegios internacionales presentes en Roma, lugares de formación académica y espiritual para seminaristas y catequistas de todo el mundo.

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ZENIT Staff

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