El Papa explica la vocación de paz de Tierra Santa y sus conflictos

Al rezar el Regina Caeli con los peregrinos

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 17 mayo 2009 (ZENIT.org).- La primera intervención pública de Benedicto XVI se convirtió en una reflexión espiritual sobre la vocación de Tierra Santa, «quinto Evangelio», y sobre sus contradicciones: la Tierra en que Dios ha actuado y en la que el pecado del hombre ha ensangrentado y ensangrienta su historia.

Al dirigirse a los miles de peregrinos que se congregaron para rezar la oración mariana del Regina Caeli bajo un sol aplanador en la plaza de San Pedro del Vaticano, el Papa, sin esconder su satisfacción por los resultados alcanzados, dio gracias a Dios y a todos los que han colaborado en esta peregrinación, incluidas las autoridades de Jordania, Israel y los Territorios Palestinos.

Más que un balance, el Santo Padre ofreció una original meditación a la luz de la fe de este viaje, que como dijo, tenía varias dimensiones: «visita pastoral a los fieles que viven allí, un servicio a la unidad de los cristianos, al diálogo con los judíos y a la construcción de la paz».

«La Tierra Santa, símbolo de aquella tierra, símbolo del amor de Dios por su pueblo y por toda la humanidad, es también símbolo de la libertad y de la paz que Dios quiere para todos sus hijos», afirmó.

Ahora bien, tuvo que reconocer, «la historia de ayer y de hoy muestra que precisamente esta Tierra se ha convertido también en símbolo de lo contrario, es decir, de divisiones y de conflictos interminables entre hermanos».

«¿Cómo es posible?», se preguntó el Papa y afirmó: «Es justo que este interrogante interpele nuestro corazón, si bien sabemos que un misterioso designio de Dios concierne a aquella Tierra, donde Dios ‘ha enviado a su Hijo como víctima de expiación para nuestros pecados'».

El pontífice explicó que Tierra Santa ha sido llamada un «quinto Evangelio», «porque aquí podemos ver, es más tocar la realidad de la historia que Dios ha realizado con los hombres».

«Comenzando con los lugares de la vida de Abraham hasta los lugares de la vida de Jesús, desde la encarnación hasta la tumba vacía, signo de su resurrección. Sí, Dios ha entrado en esta tierra, ha actuado con nosotros en este mundo».

«Pero podemos decir más todavía: Tierra Santa, por su misma historia, puede ser considerada un microcosmos que resume en sí el esforzado camino de Dios con la humanidad. Un camino que incluye a causa del pecado también la Cruz, pero gracias la abundancia del amor divino también la alegría del Espíritu Santo, la Resurrección ya comenzada; es un camino entre los valles de nuestro sufrimiento hacia el Reino de Dios».

«Reino que no es de este mundo, sino que vive en este mundo y debe penetrarlo con su fuerza de justicia y de paz», aclaró.

«La historia de la salvación comienza con la elección de un hombre, Abraham, y de un pueblo, Israel, pero su intención es universal, la salvación de todos los pueblos. La historia de la salvación siempre está marcada por este enlace de particularidad y universalidad», afirmó.

El Papa concluyó constatando cómo en Tierra Santa ha podido constatar cuál es «el objetivo más profundo de todo diálogo interreligioso»: «temer a Dios y practicar la justicia, aprender esto y abrir así el mundo al Reino de Dios».

El mismo obispo de Roma anunció, como que como suele hacer tras sus visitas apostólicas internacionales, dedicará la audiencia del miércoles a hacer un balance de la peregrinación.

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ZENIT Staff

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