El Papa finaliza el viaje a Corea con una misa por la paz y la reconciliación

En la homilía, el Santo Padre señala que Dios les pide, como cristianos y como coreanos, rechazar una mentalidad fundada en la sospecha, en la confrontación y la rivalidad

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Francisco finaliza su viaje a Corea con una celebración muy especial: la misa por la reconciliación y la paz entre el norte y el sur, en la catedral de Myeong-dong, dedicada a la Inmaculada Concepción, en Seúl. Han concelebrado todos los obispos coreanos y han participado casi 2 mil personas situadas también los alrededores de la catedral, a pesar de la lluvia y ha estado presente la presidenta de la República de Corea, Park Geun-hye.

Esta mañana, el Papa ha pedido «que los seguidores de Cristo en Corea preparen el alba de ese nuevo día, en el que esta tierra de la mañana tranquila disfrutará de las más ricas bendiciones divinas de armonía y de paz».

Antes de comenzar la celebración eucarística que ha sido en latín, con las lecturas y el evangelio en coreano, el Papa ha saludado a siete «mujeres confort», esclavas sexuales de los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial.

Al iniciar la homilía, el Santo Padre ha dado las gracias a Dios «por las abundantes bendiciones que ha concedido a este querido país y de manera especial, a la Iglesia en Corea». Además, ha hablado de la participación de tantos jóvenes peregrinos provenientes de toda Asia, con los que ha tenido ocasión de encontrarse. De ellos ha afirmado que «su amor por Jesús y su entusiasmo por la propagación del Reino son un modelo a seguir para todos».

El Papa ha recordado que «la misa de hoy es sobre todo y principalmente una oración por la reconciliación en esta familia coreana». Así, ha afirmado que «el don divino de la reconciliación, de la unidad y de la paz está íntimamente relacionado con la gracia de la conversión, una transformación del corazón que puede cambiar el curso de nuestra vida y de nuestra historia, como personas y como pueblo».

Francisco ha hecho referencia a la experiencia histórica del pueblo coreano, «una experiencia de división y de conflicto, que dura más de sesenta años». Por esta razón ha subrayado que la urgente invitación de Dios a la conversión «pide también a los seguidores de Cristo en Corea que revisen cómo es su contribución a la construcción de una sociedad justa y humana». Y ha añadido que el Señor, «pide a todos ustedes que se pregunten hasta qué punto, individual y comunitariamente, dan testimonio de un compromiso evangélico en favor de los más desfavorecidos, los marginados, cuantos carecen de trabajo o no participan de la prosperidad de la mayoría». Del mismo modo, «les pide, como cristianos y como coreanos, rechazar con firmeza una mentalidad fundada en la sospecha, en la confrontación y la rivalidad, y promover, en cambio, una cultura modelada por las enseñanzas del Evangelio y los más nobles valores tradicionales del pueblo coreano», ha subrayado.

Haciendo referencia al Evangelio –cuando Pedro le pregunta a Jesús cuántas veces hay que perdonar al hermano que nos ofende– el Pontífice ha señalado que «Jesús nos pide que creamos que el perdón es la puerta que conduce a la reconciliación». Asimismo ha explicado que «diciéndonos que perdonemos a nuestros hermanos sin reservas, nos pide algo totalmente radical, pero también nos da la gracia para hacerlo». Es más, ha agregado, «lo que desde un punto de vista humano parece imposible, irrealizable y, quizás, hasta inaceptable, Jesús lo hace posible y fructífero mediante la fuerza infinita de su cruz». La cruz de Cristo  – ha continuado- revela el poder de Dios que supera toda división, sana cualquier herida y restablece los lazos originarios del amor fraterno.

Por esta razón, el Santo Padre ha indicado cuál es el mensaje que deja como conclusión del su viaje a Corea: «tengan confianza en la fuerza de la cruz de Cristo». El Papa ha pedido a los coreanos que «den un testimonio convincente del mensaje reconciliador de Cristo en sus casas, en sus comunidades y en todos los ámbitos de la vida nacional».

Por otro lado, el Santo Padre ha invitado a rezar «para que surjan nuevas oportunidades de diálogo, de encuentro, para que se superen las diferencias» así como para que «se preste asistencia humanitaria a cuantos pasan necesidad», y para que «se extienda cada vez más la convicción de que todos los coreanos son hermanos y hermanas, miembros de una única familia, de un solo pueblo».

Al finalizar la homilía, el Papa ha dado las gracias a la presidenta, y a todos los que han contribuido a hacer posible esta visita. Especialmente, ha expresado su reconocimiento «a los sacerdotes coreanos, que trabajan cada día al servicio del Evangelio y de la edificación del Pueblo de Dios en la fe, la esperanza y la caridad». Y a ellos les ha pedido que «sigan creando vínculos de respeto, confianza y armoniosa colaboración en sus parroquias, entre ustedes y con sus obispos».

En las peticiones, el Santo Padre ha recordado al cardenal Fernando Filoni, «que ha sido enviado por el Papa al pueblo que sufre en Irak, para ayudar a los perseguidos, a los despojados, a todas las minorías religiosas que sufren en esa tierra, para que el Señor esté cerca en su misión».

Leer el texto completo de la homilía

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Staff Reporter

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