«El Papa ha devuelto esperanza al pueblo búlgaro»

En nuncio en Bulgaria habla sobre la visita de Juan Pablo II

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SOFIA, 28 mayo 2002 (ZENIT.orgAvvenire).- «Juan Pablo II ha devuelto dignidad y esperanza a un pueblo que siempre ha estado considerado al margen de Europa», afirma el arzobispo Antonio Mennini, 55 años, desde hace dos nuncio en Sofía, Bulgaria.

Ha hecho un gran esfuerzo para preparar lo mejor posible la delicada visita, sobre todo en el frente ortodoxo, y está visiblemente cansado pero satisfecho.

–Una vez más el Papa ha tendido la mano a los ortodoxos. ¿Cómo valora su reacción?

–Monseñor Mennini: Ha sido acogido con gran respeto e incluso cordialidad. Ciertamente ha sido algo contenida, como se ha visto durante la visita al patriarca Maxim, que ha querido subrayar en detalle las diferencias con Roma.

–No se dio el abrazo de paz que quizá esperaba el Papa…

–Monseñor Mennini: Es verdad, pero sabemos que Maxim realiza este gesto sólo con los ortodoxos. Pero yo llamaría la atención sobre otros hechos que indican gran cordialidad: al final del encuentro, el Patriarca ha augurado al Papa larga vida y muchos años todavía de apostolado. Luego ha enviado al secretario del Sínodo y otros tres metropolitas a la comida en la Nunciatura. No debemos olvidar que dentro de la jerarquía ortodoxa hay diversas sensibilidades, con una minoría que se opone a la visita.

–¿Otro pequeño paso en el camino del diálogo entre católicos y ortodoxos?

–Monseñor Mennini: Diría que se trata de un paso importante hacia el conocimiento y la acogida recíproca. El objetivo permanece siempre el de la reconciliación. El hecho de que muchos fieles ortodoxos hayan aclamado al Papa y hayan gritado su deseo de unidad nos consuela y nos hace esperar.

–¿Esta visita puede abrir el camino hacia Moscú?

–Monseñor Mennini: Creo que el patriarca Maxim tendrá ocasión de hablar con el patriarca Alejo II del encuentro tenido con Juan Pablo II. Y podrá explicarle que el Papa no ha venido para humillar o dividir a la Iglesia ortodoxa sino para reforzar los lazos de fraternidad. Será una señal positiva, esperamos que
sea recogida.

–El Papa ha absuelto a Bulgaria, escriben exultantes los diarios, después que el Papa ha declarado que nunca ha creído en la pista búlgara. ¿Cómo interpreta esta declaración?

–Monseñor Mennini: Mire, la visita del Papa se esperaba con tanto interés también por este motivo. Bulgaria estaba deseando quitarse este peso. Era una mancha nacional insoportable. Para los políticos, pero también para la gente corriente. Se sentían humillados, entorpecidos en su camino hacia Europa, mirados con sospecha por el mundo entero. Con esa declaración Juan Pablo II les ha devuelto dignidad y esperanza.

¿Ha absuelto también al régimen comunista?

–Monseñor Mennini: Debemos analizar los hechos: la implicación de los servicios secretos en el atentado del Papa no ha sido algo probado. De todos modos, como dijo el Santo Padre, recibiendo hace algunos años al presidente búlgaro en el Vaticano, las responsabilidades son siempre personales, no colectivas.

–Y para los católicos de Bulgaria, ¿qué ha representado esa visita?

–Monseñor Mennini: Se han sentido reconocidos en su memoria histórica: han mantenido la fe en medio de tantos sufrimientos y persecuciones. La beatificación de los mártires en Plovidiv ha sido un reconocimiento explícito de la identidad del catolicismo búlgaro. Sobre esta base, el Papa ha invitado a remar mar adentro y a afrontar los nuevos desafíos, reclamando la necesidad de una pastoral juvenil y de una formación sacerdotal adecuadas a los nuevos tiempos.

–En este viaje, más que en los precedentes, la salud del Papa ha sido puesta en el centro de la atención. Usted que ha estado cercano durante cuatro días, ¿qué impresión le ha dado?

–Monseñor Mennini: A pesar de las limitaciones físicas evidentes, el Papa mantiene no sólo una gran energía espiritual sino también una lucidez intelectual que me ha impresionado. Por ejemplo, en el encuentro con los protestantes, ha recordado su primer viaje a Praga en 1990, repitiendo que también aquí en Sofía se puede hablar de «milagro». Ha citado palabras y fechas de manera muy precisa. Creo que él quiere gastarse hasta el límite de sus energías y de su misión. Y es esto lo que ha conmovido y enternecido a millones de búlgaros.

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ZENIT Staff

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