El Papa habla de la música sacra como “experiencia de la alegría de Dios”

Recordó el impacto que tuvo para él y su hermano escuchar la Misa en Do menor de Mozart

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes 19 de enero de 2009 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI aprovechó el concierto ofrecido en la Capilla Sixtina, el pasado sábado 17 de enero, con motivo del 85 cumpleaños de su hermano, monseñor Georg Ratzinger, para hablar sobre la «experiencia espiritual» que puede ofrecer la música sacra, cuando transmite la «alegría de Dios».

Con motivo de este aniversario, el coro Domspatzen de la catedral de Ratisbona, del que Georg Ratzinger fue maestro de capilla durante treinta años, ejecutó una pieza muy significativa en la vida de ambos hermanos, la Misa en Do menor de Wolfgang Amadeus Mozart.

En su intervención, casi toda en alemán, el Papa recordó un viaje junto a su hermano a Salzburgo, en 1941, en el que tuvieron la oportunidad de escuchar esta pieza de música sacra, y que, afirmó el Papa, supuso para ambos «algo distinto a un simple concierto».

«Había sido música en oración, oficio divino, en el que habíamos podido captar algo de la magnificencia y de la belleza del mismo Dios, y nos había impresionado», añadió.

El Papa explicó que la gratitud expresada en esta Misa «no es una gratitud superficial y puesta allí con ligereza por un hombre del Rococó, sino que en esta Misa encuentra expresión también toda la intensidad de su lucha interior, de su búsqueda del perdón, de la misericordia de Dios y después, de estas profundidades, se eleva radiante más que nunca la alegría en Dios».

En un emocionado recuerdo de la vida de su hermano, presente durante su intervención, Benedicto XVI afirmó que como maestro de capilla del coro de iglesia más antiguo del mundo (el Domspatzen lleva en activo más de mil años ininterrumpidamente), Georg Ratzinger pudo «servir sacerdotalmente a la música y transmitir al mundo y a la humanidad la alegría por la existencia de Dios a través de la belleza de la música y del canto».

Finalmente, el Papa auguró a los presentes que esta música «contribuya a profundizar nuestra relación con Dios, sirva para reavivar en nuestro corazón la alegría que brota de la fe, para que cada uno llegue a ser testigo convencido en su propio ambiente cotidiano».

Por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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