El Papa impulsa el intercambio de valores entre Occidente y Europa del Este

Celebra los veinte años del Instituto para las Ciencias Humanas

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CIUDAD DEL VATICANO, 28 octubre 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II celebró este sábado con sus fundadores y miembros los veinte años del Instituto para las Ciencias Humanas de Viena, cuyo objetivo principal persigue un sueño acariciado desde siempre por este Papa: promover el diálogo entre intelectuales de Occidente y Europa del Este.

Esta institución ha organizado ocho «memorables coloquios» –son palabras textuales del pontífice– en Castel Gandolfo, residencia pontificia veraniega, en los que participó personalmente el mismo obispo de Roma, junto a intelectuales de primer orden.

El Instituto fue fundado en Viena por tres jóvenes intelectuales (Cornelia Klinger y Klaus Nellen, ambos de Colonia, y Krzysztof Michalski, de Varsovia) buscando un «sueño» (como ellos lo llamaron): «establecer una institución de investigación en Europa occidental en la que gente e ideas del Europa del Este (en aquella época sometida al yugo comunista) fueran bienvenidas».

El proyecto de los tres jóvenes se hizo realidad gracias a la ayuda del sacerdote católico y profesor de filosofía Jozef Tischner, quien fue elegido primer presidente del Instituto, a quien el Papa recordó con cariño durante el encuentro con los miembros del Instituto y amigos.

En colaboración con la Universidad de Boston, el Instituto de Ciencias Humanas abrió un departamento en esa Universidad, en noviembre de 2001, ampliando así su contribución al continente americano.

Dirigiéndose en particular al profesor Michalski, Juan Pablo II constató en su encuentro celebrado en la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano que «hoy, veinte años después de su establecimiento, el Instituto para las Ciencias Humanas ha hecho ampliamente realidad la visión de sus fundadores».

La caída de la Unión Soviética (1989) y el proceso de unificación de la Unión Europea, constató el Santo Padre, «han demostrado precisamente la necesidad de este tipo de análisis disciplinado, de discusiones de amplio alcance y de concretas propuestas, campos a los que se dedica el Instituto».

El pontífice pidió a los intelectuales que continúen su labor subrayando particularmente «la dimensión humana y las inmensas posibilidades y desafíos que se abren ante el ser humano en los albores del nuevo milenio».

«En resumidas cuentas, toda solución a las graves crisis que afronta la sociedad contemporánea, y todo esfuerzo para crear un futuro más digno del hombre deben basarse en el aprecio de la innata dignidad y de la grandeza espiritual de cada ser humano», afirmó.

«Al mismo tiempo –siguió diciendo–, hay que mostrar respeto por la rica variedad de culturas y de valores religiosos que han dado expresión histórica a la búsqueda de una auténtica libertad y a la construcción de un mundo de solidaridad, justicia y paz», dijo por último el Papa.

Los coloquios organizados por el Instituto en Castelgandolfo han servido para promover un intercambio de ideas entre representantes de primer orden de las diferentes disciplinas, visiones mundiales, y convicciones políticas: «pasos hacia espacios abiertos y comunes», como escribió uno de los grandes filósofos alemanes del siglo XX, Hans-Georg Gadamer (1900-2002), en el prefacio al primer volumen de las actas de los coloquios.

El último encuentro de este tipo tuvo lugar entre el 17 y el 18 de agosto de 1998. La discusión, en la que participó Juan Pablo II estuvo centrada en «El final del milenio: tiempo y modernidad».

Más información sobre el Instituto para las Ciencias Humanasa en http://www.iwm.at.

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ZENIT Staff

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