El Papa insiste: la Convención Europea debe abrirse a los valores cristianos

Petición presentada al nuevo embajador de Francia ante la Santa Sede

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CIUDAD DEL VATICANO, 27 junio 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II volvió a pedir este jueves que la Convención Europea reconozca el papel que ha ejercicio y ejerce el cristianismo en la configuración del humanismo surgido en el viejo continente.

El pontífice presentó esta reivindicación, que viene haciendo con particular insistencia desde inicios de este año, al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador de Francia ante la Santa Sede, Pierre Morel, diplomático de carrera, que en ese mismo día cumplía 58 años.

«En el momento en que acaba de comenzar el trabajo de la Comisión encargada de reflexionar sobre la oportunidad de una Constitución de la Unión, parece fundamental que los objetivos de la construcción y los valores sobre los que debe apoyarse sean explicitados de manera más clara», afirmó el Santo Padre.

La Convención Europea, presidida por el ex presidente francés Giscard d´Estaing, que comenzó sus sesiones de trabajo el 28 de febrero pasado, tiene por objetivo establecer el cuadro constitucional e institucional de la futura Europa, teniendo en cuenta incluso a los países que en los próximos años serán acogidos en su seno.

«¿Cómo es posible que no se mencione la aportación decisiva de los valores que transmite el cristianismo, que han contribuido y siguen contribuyendo a modelar la cultura y el humanismo del que Europa se enorgullece legítimamente, y sin los cuales no es posible comprender su más profunda identidad?», preguntó el Papa al embajador.

El gobierno francés ha tenido un papel decisivo en el rechazo de toda mención al cristianismo en los documentos europeos. En concreto, el presidente Jacques Chirac y el ex primer ministro Lionel Jospin se opusieron frontalmente a que la Carta de los derechos fundamentales de la Unión Europea, publicada en octubre de 2000, hiciera referencia a los valores religiosos.

Tanto Jospin como Chirac consideraban que una mención de la religión, aunque fuera genérica, constituía una violación del principio francés de separación Iglesia-Estado.

El pontífice, sin embargo, alentó decididamente ante el embajador el papel histórico que ha desempeñado Francia en el proceso de integración europeo.

«La Santa Sede, usted lo sabe, se alegra por la creación de este espacio europeo al que numerosos países todavía desean unirse y que favorece la aparición de nuevas condiciones de vida», afirmó el Papa.

«Éstas últimas –siguió diciendo– deberían permitir un mejor desarrollo social y promover las riquezas culturales, contribuyendo de manera significativa a promover la paz y el entendimiento entre los pueblos en el conjunto del continente».

«¿No es acaso uno de los rasgos de la herencia humanista de Europa, que hunde sus raíces en la larga historia cristiana, el de trabajar para que cada pueblo, cada nación, pueda vivir en la dignidad y el respeto de los derechos fundamentales individuales y colectivos?», preguntó de nuevo el obispo de Roma.

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ZENIT Staff

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