El Papa invita a la Iglesia en Canadá a redescubrir la Eucaristía

Al recibir a los obispos de Québec

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 11 mayo 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI invitó a redescubrir el papel de la Eucaristía en la vida de la Iglesia al recibir este jueves al primer grupo de obispos católicos de Canadá en su quinquenal visita «ad limina apostolorum» al Vaticano.

Se trataba de los prelados de lengua francesa de Québec, ciudad que acogerá el Congreso Eucarístico Internacional del 15 al 22 de junio de 2008, en el cuarto centenario de esa ciudad (Cf. http://www.cei2008.ca).

El tema del Congreso será «La Eucaristía, don de Dios para la vida del mundo».

Esta cita, reconoció el Papa, le ofreció la oportunidad para afrontar temas centrales «para la misión de la Iglesia en la sociedad canadiense, marcada por el pluralismo, el subjetivismo y una creciente secularización».

Por eso invitó a «un redescubrimiento del papel esencial que debe tener en la vida de la Iglesia la Eucaristía»

Sólo así, reconoció, se puede afrontar «la notable disminución de la práctica religiosa en los últimos años», de la que han informado los obispos al Papa, y «la particular escasez de jóvenes en las asambleas eucarísticas».

«La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida cristiana, nos une y nos conforma al Hijo de Dios. Construye también la Iglesia, consolidándola en su unidad de Cuerpo del Cristo; ninguna comunidad cristiana puede edificarse si no tiene su raíz y su centro en la celebración eucarística», afirmó.

«El papel central del sacerdote que, in persona «Christi capitis», enseña, santifica y gobierna la comunidad, no debe ser minimizado».

«El sacerdocio ministerial es indispensable para la existencia de una comunidad eclesial».

«La importancia del papel de los laicos, cuya generosidad al servicio de las comunidades cristianas agradezco, jamás debe ocultar el ministerio absolutamente irreemplazable de los sacerdotes para la vida de la Iglesia», indicó.

Por eso, siguió diciendo, «el ministerio del sacerdote no puede ser confiado a otras personas sin perjudicar de hecho la autenticidad del mismo ser de la Iglesia».

Además, preguntó, «¿por qué querrían hacerse sacerdotes los jóvenes si el papel del ministerio ordenado no se define y reconoce claramente?».

El Papa vio también signos de esperanza en Canadá, en particular el «impacto positivo» para los jóvenes canadienses de la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Toronto (2002), así como el Año de la Eucaristía, que despertó un nuevo interés por la adoración eucarística.

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ZENIT Staff

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