El Papa: La finalidad del trabajo no es sólo el lucro, sino la dignidad del hombre

El Santo Padre recibe en audiencia a 7.500 trabajadores de la siderúrgica Terni preocupados por el futuro laboral

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“El trabajo no tiene solamente una finalidad económica o de lucro, sino sobretodo una finalidad que afecta al hombre y a su dignidad. Y si falta el trabajo esta dignidad es herida. Quien es desocupado o subocupado corre el riesgo de ser puesto al margen de la sociedad y de volverse víctima de la exclusión social”.

Lo dijo este jueves el papa Francisco al recibir en audiencia a más de siete mil entre obreros metalúrgicos que llevaban sus cascos azules, así como a empleados de la siderúrgica de la ciudad italiana de Terni, en ocasión del 130 aniversario de la fundación de la misma, y a algunas delegaciones de fieles de dicha diócesis.

Tras una misa celebrada en la basílica de San Pedro por monseñor Ernesto Vecchi, los trabajadores y empleados fueron a la audiencia en la sala Pablo VI.

La siderúrgica de Terni ha apenas pasado a una empresa alemana, la ThyssenKrupp y los trabajadores temen que pueda haber planes de ocupación que pongan a los operarios en solidaridad, en un momento de coyuntura económica difícil para Europa.

El Papa inició sus palabras con “mi cordial bienvenido a cada uno de ustedes” y tras recordar que la siderúrgica de Terni es símbolo de la capacidad empresarial y obrera y saludar a las diversas autoridades civiles y religiosas, renovó la “cercanía mía y de toda la Iglesia no solamente a la empresa” indicó, sino también “a las empresas de vuestro territorio y a todo el mundo del trabajo”.

“Delante del actual desarrollo de la economía y a las dificultades que atraviesa la actividad laboral es necesario reafirmar que el trabajo es una realidad esencial para la sociedad, las familias y las personas”, indicó.

“El trabajo -prosiguió el Papa ante el abarrotado auditorio- se relaciona de hecho, directamente con la persona, su vida, su libertad y su felicidad. El valor primario del trabajo es el bien de la persona humana porque como tal, con sus actitudes y sus capacidades intelectuales creativas y manuales».

De aquí deriva que el trabajo no tiene solamente una finalidad económica o de lucro, pero sobretodo una finalidad que afecta al hombre y a su dignidad. Y si falta el trabajo esta dignidad es herida. Quien es desocupado o subocupado corre el riesgo de ser puesto al margen de la sociedad y de volverse víctima de la exclusión social.

Sucede muchas veces que las personas sin trabajo -pienso especialmente a tantos jóvenes de hoy desempleados- resbalan hacia el desánimo crónico o peor, en la apatía. E interrogó: ¿Qué podemos decir delante al gravísimo problema de la desocupación que afecta a los diversos países europeos?

El Santo Padre subrayó que esta situación es la consecuencia de «un sistema económico que no es más capaz de crear trabajo, ¡porque puso al centro un ídolo que se llama dinero!» E invitó a los diversos sujetos políticos, sociales y económicos a «favorecer una impostación diversa, basada en la justicia y solidaridad para asegurarle a todos la posibilidad de realizar una actividad laboral digna».

 «El trabajo -añadió Francisco- es un bien de todos, que debe estar al alcance de todos. Hay que abordar esta fase de grave dificultad y de desempleo con las herramientas de la creatividad y la solidaridad. La creatividad de empresarios y artesanos valientes, que miran hacia el futuro con confianza y esperanza. Y la solidaridad entre todos los miembros de la sociedad, que renuncian a algo y adoptan un estilo de vida más sobrio, para ayudar a aquellos que pasan necesidades».

«Este gran reto -ha concluido el Papa- interpela a toda la comunidad cristiana» y precisó que «el primer compromiso es siempre el de reavivar las raíces de la fe y la adhesión a Jesucristo. Este es el principio rector de las decisiones de un cristiano: la fe. ¡La fe mueve montañas! La fe cristiana es capaz de enriquecer a la sociedad a través de la carga de fraternidad que lleva en sí misma».

Y exhortó: «No hay que dejar nunca de esperar en un futuro mejor. No hay que dejarse atrapar por un remolino de pesimismo. Si cada uno aporta lo que le corresponde, si todos ponen en el centro a la persona humana con su dignidad, si se consolidan la solidaridad y la compartición fraternal, inspiradas en el Evangelio, se podrá salir del marasmo de una época económica y laboral dura y difícil».

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Sergio Mora

Buenos Aires, Argentina Estudios de periodismo en el Istituto Superiore di Comunicazione de Roma y examen superior de italiano para extranjeros en el Instituto Dante Alighieri de Roma. Periodista profesional de la Associazione Stampa Estera en Italia, y publicista de la Orden de periodistas de Italia. Fue corresponsal adjunto del diario español El País de 2000 a 2004, colaborador de los programas en español de la BBC y de Radio Vaticano. Fue director del mensual Expreso Latino, realizó 41 programas en Sky con Babel TV. Actualmente además de ser redactor de ZENIT colabora con diversos medios latinoamericanos.

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