El Papa: los creyentes unidos para «alejar las nubes» de la violencia

Oración en grupos religiosos separados para evitar todo sincretismo

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ASÍS, 24 enero 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II pidió este jueves el compromiso de los líderes de todas las religiones para «alejar las nubes del terrorismo, del odio, de los conflictos armados», en el encuentro de oración por la paz que convocó en Asís.

El cielo de la ciudad de san Francisco estaba nublado. El Papa hablaba con voz fuerte y decidida, ante 250 líderes de prácticamente todas las religiones, al comenzar la Jornada que convocó en respuesta a la situación mundial que se ha creado tras los atentados terroristas del 11 de septiembre.

«Las tinieblas no se disipan con las armas; las tinieblas se alejan encendiendo las luces de la fe», pues «el odio se vence sólo con el amor», afirmó el pontífice en un discurso en el que pronunció 28 veces la palabra «paz».

Además de los líderes religiosos, escuchaban al Papa varios mieles de peregrinos de las diferentes religiones, abrigados por una estructura de acero construida para esta ocasión ante la basílica de san Francisco, del siglo XIV.

Como miles de personas –era particularmente significativo el número de jóvenes– no cabían en el recinto, siguieron el evento desde varias iglesias de Asís, en las que se habían colocado pantallas gigantes que transmitían en directo el encuentro.

«La humanidad necesita la paz, ahora más que nunca, tras los trágicos eventos que la han sacudido y el persistir de conflictos lacerantes que tienen en vilo al mundo. Pero la paz se apoya en dos pilares, la justicia y la disponibilidad al perdón», dijo el Papa.

Esta cita de Asís, añadió el pontífice, «es una respuesta a los inquietantes interrogantes que nos preocupan. Por sí sola ya sirve para disipar las tinieblas de la sospecha y la incomprensión»

Por eso, el Papa exigió que «las personas y las comunidades religiosas manifiesten su más neto y radical repudio de la violencia, de toda violencia, a partir de la que pretende disfrazarse de religiosidad, inspirándose en el nombre sacrosanto de Dios para ofender al hombre». Por último hizo una profunda invitación a la oración: «Si la paz es un don de Dios y en Él está su manantial, ¿dónde puede buscarse y construirse si no es con una relación íntima con Él? Edificar la paz en el orden, en la justicia y en la libertad, por tanto, requiere el compromiso prioritario de la oración, que es apertura, escucha, diálogo, y en definitiva, unión con Dios, fuente originaria de la auténtica paz».

Antes de la intervención del Papa, algunos representantes religiosos tomaron la palabra para ofrecer su testimonio de paz.

El primero fue el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, «primus inter pares» de la Ortodoxia.

Entre las diferentes intervenciones, cabe destacar la el dirigente islámico Ali Elsamman, quien habló en nombre del jeque Mohamad Tantawi, de la mezquita de Al Azhar, máxima autoridad islámica de Egipto, para afirmar que la paz está directa e inseparablemente relacionada con la justicia.

El rabino estadounidense Israel Singer comenzó reconociendo que sólo Juan Pablo II podría convocar un encuentro de estas características y añadió: «Ninguna religión nos obliga a matar de manera indiscriminada y cuantos han dicho lo contrario lo han hecho distorsionando las religiones en cuyo nombre hablaban».

A continuación, los diferentes grupos religiosos se dispersaron por la ciudad de san Francisco para rezar por la paz, cada uno según su propio rito. Juan Pablo II explicó que en Asís no ha habido momentos comunes de oración, pues el encuentro no pretende «de ningún modo inducir al relativismo ni al sincretismo, es más, hace más viva la conciencia del deber de testimonio y anuncio».

Tras el momento de oración, los líderes religiosos comieron juntos y después pronunciaron una solemne declaración conjunta contra el uso de la violencia.

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ZENIT Staff

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