El Papa manifiesta su cercanía a las madres embarazadas con problemas

«Un niño concebido es siempre una invitación a vivir y esperar», afirma

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CIUDAD DEL VATICANO, 25 mar 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II manifestó en el mediodía de este domingo su cercanía a todas aquellas mujeres encintas que atraviesan momentos difíciles y les aseguró que el niño que han concebido es una auténtica invitación a la vida y a la esperanza.

El pontífice, al asomarse a la ventana de su estudio para saludar a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, lanzó un vibrante llamamiento en defensa de la vida humana desde el primer instante de su concepción hasta su ocaso natural.

«¡Que la humanidad pueda experimentar una nueva primavera de la vida en el respeto y en la acogida de todo ser humano, en cuyo rostro brilla la imagen de Cristo!», afirmó con voz clara.

El obispo de Roma explicó que su llamamiento tenía lugar en el 25 de marzo, día en el que la Iglesia celebra normalmente el momento en el que el ángel anunció a la Virgen María que concebiría a Jesús. En ese día, según el credo cristiano, Dios se hizo hombre. Por razones litúrgicas, sin embargo, en esta Cuaresma la fiesta será celebrada mañana, lunes.

El Papa evocó que el año pasado vivió esta fiesta en Tierra Santa. «Regresan a mi mente los intensos momentos de la celebración que pude presidir el año pasado, precisamente en este día, en la Basílica de la Anunciación de Nazaret» confesó.

Al contemplar aquel momento en el que María dijo «sí» al mensajero divino, añadió el Santo Padre, los creyentes pueden comprender mejor la grandeza de toda vida humana «y servir fielmente al «Evangelio de la vida» que él nos confía».

«Ante la cultura de la muerte y ante los ataques que por desgracia se están multiplicando contra la vida del hombre –afirmó–, que nunca desfallezca el compromiso de defenderla en cada una de sus fases, desde el primer instante de su concepción hasta su ocaso».

De este modo, tras apoyar la labor de «los movimientos comprometidos contra el aborto», antes de despedirse de los peregrinos, Juan Pablo II, se dirigió a todas las madres que en estos momentos esperan a un bebé, en particular a las que más dificultades experimentan, y afirmó: «A todas les digo: un niño concebido es siempre una invitación a vivir y a esperar».

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ZENIT Staff

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